Se calcula que cerca de 70 mil extranjeros trabajan formalmente en Tamaulipas y aportan a la economía con los mismos derechos y obligaciones de la fuerza laboral mexicana. La colombiana Elena Jordan Campaz es parte de esa comunidad productiva, desde donde visualiza una marcada diferenciación de género.
Como ingeniera de seguridad y salud en el trabajo, ha prestado sus servicios en el corredor industrial de Altamira y actualmente en el sector comercio de Tampico; tiene una carrera técnica en administración y otra en enfermería.
Originaria de Cali, Colombia, es una de los extranjeros que han acreditado su estancia y cubierto los requisitos para sumarse a la población económicamente activa, sujetándose a la Ley Federal del Trabajo mexicana.
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“Lo mejor es que realmente nos abran las puertas para un trabajo digamos oficial, porque no queremos ser una carga para ustedes a pesar de que son personas de buen corazón; somos profesionistas y a México le sirve más emplearnos que tenernos en las calles o de arrimados en un hogar”.
Afirma que llegó por un tema de religión y ha trabajado desde hace cerca de 30 años en el sistema de seguridad y salud en el trabajo en diversos países, pero observa que en México, es un área donde no suelen participar mucho las mujeres.
“Veo que las mujeres están en otras ocupaciones o en su casa y me encuentro esa barrera donde ellas no hacen mucho aquí la parte que yo manejo y eso me produjo dificultades, hasta que se dieron cuenta de mis competencias”.
La colombiana, quien cuenta con 48 años de edad y en 2018 salió de su país como parte de una misión evangelizadora, lleva tres años en Tampico. Subraya que debe haber una mayor inclusión y oportunidades de desarrollo para las mujeres en áreas productivas que suelen ser ocupadas solo por hombres, pero, sobre todo, generar la convicción de que el género masculino y femenino son capaces de hacer equipo en el terreno laboral.
Sobre la llegada de una mujer a la Presidencia de México, dijo que espera una política más humanista con los extranjeros que pueden aportar mucho al país, pero sobre todo con el género, y abrir espacios de participación no solo a las jóvenes sino también a las mayores que traigan la actitud, la competencia y las ganas.
“En mi caso traigo la experiencia y los títulos profesionales, no es para rebasar a nadie ni mostrar algo malo, sino para aportarles lo que podemos hacer”, enfatizó la trabajadora extranjera.
Jordan Campaz destaca que, en Colombia, un jefe guía a hombres y mujeres por igual, pero en México, es como si los géneros estuvieran divididos y hay una marcada diferenciación entre ambos.
“Es como si estuvieran divididos, mujeres a un lado y hombres al otro, y entonces yo no vine a participar en la cultura pero sí la observo y eso me permitió hacer mejoras e inclusión en los procesos de la industria, pues estaba muy marcada la diferenciación de género, persistiendo roles”.
Su proceso de adaptación al país, refiere, no fue sencillo en un inicio pues el choque cultural se hizo presente e incluso la llevó a bajar de peso.
“Nosotros solo pedimos esa amistad, esa calidez, que no te traten mal, que nos orienten bien, con eso es suficiente”, menciona la mujer, quien es madre de un hijo y abuela de tres nietos.
Subraya su faceta espiritual, pues comenta fue preparada para difundir el evangelio por medio de su profesión, sin fanatismo alguno.
“Mi preparación espiritual me permite que no tenga yo ese apego de mi familia, a pesar de que allá tenía la gran casa, acá tengo un pequeño apartamento, allá soy agente internacional, acá estoy en un negocio aunque es empleo, fue un cambio pero me he ido adaptando, mi vida cambió completamente”, finalizó.
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SJHN