Del 2005 a la fecha, en forma paulatina al menos unas 10 viviendas, incluido una bodega que convergen en la esquina de avenida Bravo y calle Degollado, han ido quedando solas, abandonadas y con ello una estela de destrucción provocada por el vandalismo que lo han convertido a su vez en un punto de riesgo y drogadicción que amenaza la paz de los vecinos.
Sin embargo, su diseño es sui géneris y raya en lo extraño, pues todas estas se comunican entre sí, predios chicos, con grandes, casas completas, departamentos y bodegas que a decir de Eduardo Rodríguez, un hombre que ante la falta de vivienda y abandono de su familia; se refugió en una de estas, pertenecieron a un mismo dueño.
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Ahora, él se ha hecho cargo y en esta esquina por las mañanas trabaja de 'viene viene' y lava carros para empleados del Poder Judicial en la esquina de Calzada Colón, pero en las noches se pone otra cachucha, la de vigilante y velador para ahuyentar a drogadictos como a grafiteros y vándalos que acuden a hacer destrozos.
De hecho, dijo que ha servido de 'guía' a los policías cuando andan persiguiendo a algún sospechoso, ya que solo él sabe cada rincón de este lugar.
Eduardo, dijo que él llegó desde el año pasado a este esquina, donde encontró basura y toda clase de residuos lo mismo a dentro de las fincas como en plena banqueta, por lo que los vecinos le concedieron poderse quedar en una de esas casas a cambio de que mantuviera limpio el entorno, lo que ha venido haciendo sin problema.
“Lo que sé, es que el señor, el dueño, se fue a Estados Unidos y allá murió y se quedaron todas las calles solas y los hijos no han reclamado la propiedad, por lo que las casas duraron más de 10 años solas y luego los inquilinos se empezaron a ir cuando comenzaron a sufrir robos, otras casas fueron vandalizadas, a robarse el cobre, ventanas y puertas”, comentó.
Hizo ver que hace algunos días aparecieron unas personas interesadas en adquirir una bodega que se ubica sobre la calle Degollado, pero hasta ahora no se ha podido dar con el propietario de estas construcciones en abandono.
El inquilino de esta esquina abandonada, invitó a Milenio Laguna a realizar un recorrido por el interior de estas fincas, pasando la curiosidad al miedo, a la zozobra por lo desconocido, pues caminar por esos pasillos daba una sensación de estar en una zona de guerra, que parecía Franja de Gaza o Ucrania, pero no, era la zona urbana de Torreón.
Es un laberinto, se sabe dónde comienza el pasillo, pero no donde termina y a su transitar puede apreciarse todo destruido, olores fétidos que venían de baños ya sin accesorios y un drenaje en desuso, de ropa quemada, de vidrios rotos, de cables sueltos de las conexiones eléctricas vandalizadas, de paredes grafiteadas, de techos y paredes negras producto de quemazón en su interior. Todo es insólito como inesperado.
Hay árboles en su interior, pero igual más basura acumulada, residuos de lo que fueron muebles viejos, tablas, tapias y un sinnúmero de botellas de vidrio.
Con menos de 60 años y con un léxico educado, Eduardo se dice satisfecho por lo que está haciendo, cuidar el vecindario y cumplir con la encomienda, lo que además de permitirle tener un techo donde quedarse, le ofrece la oportunidad de tener un trabajo cuidando y lavando los carros de quienes laboran en el edificio del Poder Judicial de la Federación y con ello poder substituir, comer al menos, pero sin atreverse a conectarse con diablitos a la corriente, pues sabe que es ilegal.
DAED.