De acuerdo con expertos del Centro de Geociencias y del Instituto de Geofísica de la UNAM, las rocas impermeables de la brecha de Guerrero podrían explicar por qué no ha sucedido un gran sismo en la zona.
Los expertos explicaron que la capa de gabro (roca ígnea) en la base de la placa Norteamericana es poco permeable y no permite el paso constante de agua. Entonces, cuando la placa de Cocos entra por debajo de ella, libera fluidos que quedan atrapados, lo que genera menor fricción y evita la acumulación de energía.
Al investigar la zona, los expertos encontraron que ahí se registró actividad volcánica constante por casi 40 millones de años, y evidencia de ello son las rocas halladas de los periodos Cretácico, Paleoceno, Eoceno y Oligoceno. Gran cantidad de ellas son gabróicas, equivalentes de los basaltos que se forman de coladas de lava, pero cristalizadas a profundidad.
“Cuando presenté los resultados en el Instituto de Geofísica, Allen Husker se interesó y decidimos explorar cuál era la razón de esta coincidencia”, dijo Luca Ferrari, investigador del CGeo de la UNAM, en Juriquilla, Querétaro.
Luego de sus indagaciones, ambos especialistas sugirieron que la formación de esta capa de roca entre las placas incrementa la presión de fluidos, pues la capa de gabro en la base de la placa superior (Norteamericana) es poco permeable y no permite el paso constante de agua.
Cuando la placa de Cocos entra abajo a la Norteamericana libera fluidos que quedan atrapados, generando menor fricción, como si se tratara de un lubricante, lo que evita que se acumule la suficiente energía como para que haya un terremoto grande, puntualizó.
Esto, posiblemente, da lugar a los sismos lentos: en lugar de moverse las dos placas en decenas de segundos, el desplazamiento dura de uno a seis meses, por lo que casi no se perciben.
El movimiento de la placa de Cocos hace que la Norteamericana se “hinche”, levantándose decenas de centímetros; luego, con el sismo lento regresa el terreno a la normalidad, en un proceso que dura meses.
Para probar esta teoría, se midieron las corrientes eléctricas de las primeras decenas de kilómetros de la Tierra, lo que permitió ver cuáles zonas eran más conductoras, desde el punto de vista eléctrico, lo cual se asocia a la presencia de fluidos.
“El agua es un conductor de electricidad; una roca seca no conduce. Lo que vimos en el perfil de la brecha de Guerrero fue un conductor por debajo de la placa, justo en la interfaz de la de Cocos y la Norteamericana, como pensábamos. Es decir, ahí hay fluidos atrapados”, remarcó Ferrari, ganador del Premio Universidad Nacional en el área de investigación en Ciencias Exactas.
Los expertos realizaron estudios similares más allá de la brecha de Guerrero y no detectaron conductividad entre las placas, lo que implica que las rocas en esas otras regiones no son impermeables; los fluidos sí pasan a la placa superior, lo que genera fricción entre las placas y acumula más energía, que al final puede ser liberada como un gran sismo.
AA