El policía municipal de Pachuca conducía su patrulla. Realizaba un recorrido por la ciudad cuando recibió un llamado de la central de radio. Le solicitaron acudir a un domicilio. Debía verificar el hallazgo de un cuerpo sin vida.
Al llegar la propietaria del lugar le informó que había un cuerpo humano envuelto en un costal al interior de su propiedad. La mujer le permitió el acceso. Al verificar las palabras de la dueña de la casa llamó por radio, pidió apoyo a la policía investigadora y a los peritos de la Procuraduría. Dentro de un costal había un cuerpo.
Antes de eso la dueña de la casa, que en realidad es de su madre y tiene tres años sin ser habitada, pasó como cada mes por los recibos de agua y luz. Al hacerlo se percató de un costal.
La mujer pensó que se trataba de un perro muerto por lo que lo jaló para quitarlo de ahí. Al moverlo se percató que se trataba de un cuerpo humano y miró un tatuaje en él. Llamó de inmediato a las autoridades.
Se comunicó al Centro de Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Coordinación e Inteligencia. El C5i recibió el aviso del hallazgo de restos humanos en el interior de un costal blanco. Estaba debajo de un árbol de higo.
Los peritos localizaron un cadáver en el interior de dos costales atados en sus extremos con alambre. El cuerpo no tenía prendas ni pertenencias. Uno de los peritos documentó el hallazgo con fotografías. Los clics de su cámara salpicaron el árbol.
La víctima tenía novio, un hermano, una excuñada y un hijo de nueve años. Se drogaba y se prostituía para pagar las drogas. La última vez que se le vio con vida fue en la colonia Cubitos a través de las cámaras de videovigilancia.
En ellas se le observa caminando de izquierda a derecha. Se cae varias veces. Se levanta y sigue. Su caminar es inusual. Al final su cuerpo se pierde en la entrada de un domicilio. Desapareció tras una puerta. De ella no se supo más.
Más tarde las cámaras de videovigilancia captaron fuego y humo negro en el domicilio en el que entró la mujer. En el interior de la vivienda se observa el movimiento de tres personas, dos de ellos hombres y una mujer.
Ya de madrugada un hombre sale del domicilio cargando en su hombro un bulto blanco y lo tira en el lugar en donde la mujer fue encontrada sin vida, junto a un árbol. El hombre regresó a su casa al amparo de la noche, en medio de la oscuridad.
El último que la vio con vida fue su novio, como a las ocho de la noche. Ella no podía caminar de lo débil que estaba por no haber comido durante varios días. Él la sacó de su casa cargando y la llevó a cenar unos tacos.
De regreso pasó por una farmacia Similar con consultorio las 24 horas. Le pidió al doctor que le pusiera suero o algo porque la mujer estaba muy mal. El médico ya los conocía y le dijo que no podía hacer nada.
Su novio la llevó de vuelta a casa. La dejó acostada en su cama y le dio 200 pesos para que comiera algo al otro día. Con el dinero en las manos, débil, ella se puso de pie e insistió en salir.
Él le pidió que no saliera, que mejor se quedara a descansar. Ella se molestó y le dijo la verdad: iría a buscar droga. Él se fue y la dejó en casa. Más tarde las cámaras de videovigilancia la captaron en Cubitos, caminando de izquierda a derecha, caerse y desaparecer detrás de una puerta.
Al no saberse nada de ella su novio la buscó en los hospitales de la ciudad, los anexos e incluso la reportó a Sonrisas Perdidas, agrupación que ayuda en la difusión de fichas de personas desaparecidas. Pero de ella no se supo nada.
Entonces un lunes, un policía municipal amigo de su hermano, le avisó que habían localizado a una mujer sin vida en Cubitos. Acudió al Servicio Médico Forense de Pachuca. Reconoció a su hermana por los tatuajes.
El 1 de junio de 2021 se ejecutó la orden de aprehensión en contra del responsable del asesinato de la mujer. Un hombre, soltero y con estudios apenas de primaria.
Él, en compañía de otras personas le ocasionaron a la mujer un conjunto de traumatismos craneoencefálicos que le originaron la muerte. Después de ello le causaron lesiones degradantes: le quemaron el cráneo, cuello, tronco y extremidades superiores e inferiores.
La tía del responsable lo describe como una persona que no trabaja, que se droga con PVC, que sabe que vende droga en su casa y cuando está drogado es muy agresivo. En su domicilio encontraron restos de sangre. Sangre de la mujer a la que privó de la vida.
El hombre se apegó a un procedimiento abreviado, una terminación anticipada de su proceso. Fue sentenciado a 25 años de prisión, nueve meses 11 días y una multa de 23 mil 714 pesos por el delito de feminicidio.
La mujer a la que asesinó tenía contacto con él porque le proveía el PVC con el que ella se drogaba. De enero a mayo cuatro mujeres han sido víctimas de feminicidio. Ella entre las cuatro.