Ante más de mil estudiantes de escuelas preparatorias de la ciudad de Mérida, Yucatán, el hijo del fallecido narcotraficante colombiano, Pablo Escobar, Sebastián Marroquín Santos, mandó un mensaje de consciencia sobre la combinación de armas de fuego, dinero y drogas brindan un poder, pero resaltó que es efímero y mortal.
Marroquín Santos sostuvo una plática con los jóvenes gracias a un programa llamado Yo voy al volante, yo conduzco, organizado por el ayuntamiento de Mérida, dijo que este sábado 2 de diciembre, se cumple 30 años de la muerte de su padre, Pablo Escobar, pero que la figura de su progenitor sigue siendo una cultura en la sociedad Latinoamérica.
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El colombiano explicó que, durante su vida de niño, tenía todos los lujos, pero nunca tuvo la figura de su padre debido a que siempre estaba preocupado por la llegada de la policía o de enemigos que lo pudieran matar.
“En esa foto, estaba todo bien, estábamos celebrando el nacimiento de mi hermana, pero en realidad el padre ahí ya era un hombre perseguido y ha tenido órdenes de captura porque había cometido uno de los peores errores de su vida, mandó a asesinar al ministro de Justicia de Colombia, Rodrigo Lara Bonilla en 1984 y es por eso, que esa fotografía del nacimiento de mi hermana fue tomada en la ciudad de Panamá, allí nació ella, porque fue nuestro primer exilio como familia”, dijo Sebastián.
Durante 35 minutos continuó hablando de los enfrentamientos, las muertes y los hechos que marcaron su vida, su hermana y el de su madre, siempre escondiéndose de las autoridades.
“El caso de mi padre es un ejemplo, muchas veces las personas se me acercan y me dicen que mi padre fue un hombre muy exitoso, yo no lo creo así, mi padre no puedo disfrutar nada de estas cosas a lo largo del tiempo, absolutamente nada”, dijo Sebastián.
Recordó que en una ocasión estaban escondidos en una casa, y tenían “montañas de dólares" pero se estaban muriendo de hambre, debido a que no podrían salir de la vivienda a comprar comida. Esto gracias a que el Ejército de Colombia y la Policía, los buscan, casa por casa.
Ahora, el hijo el capo, tras analizar los hechos ocurridos a los largos de los años, se ha reunido con al menos 150 miembros de las familias que fueron afectadas por violencia que ejerció su padre contra la gente.
Incluso detalló que las personas que vivían en Cali o Medellín, no podrían visitarlo o hablar por teléfono por temor a morir.
“Familias se quedan en Cali y tenían otros miembros de sus familias en Medellín y no se pudieron volver a ver durante esas guerras, a veces no se podían ni llamar porque esa llamada les podía costar la vida”, detalló Sebastián.
Durante su presentación enseñó una fotografía tomada en la ciudad de Cali.
“Pero esa fotografía es importante, porque me la tomé con el hijo del jefe del cartel de Cali y él se llama Miguel Rodríguez, igual que su padre. Él fue el jefe del cartel de Cali y fue quien ordenó la bomba que nos pusieron a nosotros en el edificio Mónaco, entonces según en nuestras culturas de venganza de retaliación del ojo por ojo, pero Miguel y yo entendimos las consecuencias de la violencia del odio del resentimiento y preferimos elegir el camino del perdón”, dijo.
IDM