Entre las muchas historias de discriminación laboral a una persona integrante de la comunidad LGBT+, está la de Damaris Flores, originaria de Torreón, Coahuila y quien a su corta edad de 19 años, ya le ha tocado vivir una serie de situaciones complicadas.
La parte más difícil de su historia de vida comienza cuando sus padres no aceptan su orientación sexual, por lo que a sus 17 años se ve obligada a salir de su casa, en ese momento aún no tenía legalmente el cambio de nombre y su transición apenas se distinguía.
No respetaron su identidad
Cuando cumplió 18 años, de manera inmediata buscó trabajo y fue contratada en una zapatería, en donde se rehusaban a tratarla como ella pedía.
“En este proceso no hay ningún tipo de aceptación, ni de comprensión sobre todo, en esos momentos, pues yo estaba pasando cosas difíciles, porque me había corrido mi familia… entonces yo empiezo a trabajar ahí y me dicen 'pues tu eres Juan Pérez y Juan Pérez te vas a llamar siempre', sí me saqué de onda”, indicó.
Demandó a la empresa por discriminación laboral
Debido a que no se sentía a gusto, decidió cambiar de trabajo y encontró un lugar en una cadena de supermercado reconocida y originaria de la Región Lagunera, en este lugar ya más decidida empezó con el proceso de su transición de manera más significativa al menos en su pensamiento, puesto que empezó a buscar información para cambiar de género por la vía legal y hacerse un tratamiento de reemplazo hormonal, además se dejó crecer el pelo y utilizaba maquillaje de manera discreta.
“Aquí me dijeron 'sabes que no puedes entrar al baño, ni al de hombres', entonces yo me quedo... ¿y luego, cómo le hago?”, lamentó.
En este caso fue la persona de Recursos Humanos quien le dijo como pretexto que no podría utilizar los baños hasta que no presentara un documento donde señalara que estaba en un tratamiento de remplazo hormonal y de reasignación de sexo, sin embargo, este último procedimiento era inimaginable, ya que tiene un costo de alrededor de 300 mil pesos.
Su separación de la empresa se debió a que el 25 de diciembre del 2022 se presentó a trabajar con falda y saco, momento en el que la encargada de Recursos Humanos, quien llevaba a su hijo, le pidió que no se presentara así, porque supuestamente los clientes ya se habían quejado.
Debido a esta situación, empezó a buscar información con colectivas, quienes la canalizaron con personas especialistas en el tema de Derechos Humanos y posteriormente interpuso una demanda contra esta importante tienda comercial por discriminación laboral, donde lo único que pedía era una disculpa pública, la cual nunca obtuvo, pero le queda claro que a pesar de querer darse a conocer como una tienda inclusiva, no lo es, puesto que asegura que ni trabajadores con discapacidad contratan.
“El trabajo sexual para mí nunca fue una opción, pues a pesar de que estaba en contra de mis padres, la ideología y la idiosincrasia está”, mencionó.
En una fábrica donde tampoco la dejaban usar el baño
Ya que que no podía darse el lujo de permanecer sin trabajar, puesto que estaba pagando renta, los servicios como agua y luz, además atender un albergue para perros y brindarles alimentos, Damaris Flores nuevamente se dio a la tarea de buscar otro lugar de trabajo con la esperanza de mejorar su situación, sin embargo, las cosas no cambiaron mucho.
Entró a una fábrica en enero de este año, cuando llega traía extensiones de pelo y se veía más su cambio, ante esto pidió al empleador que le llamara Damaris, sin embargo, la respuesta fue “no se puede porque es como faltarte al respeto”, a lo que ella respondió “me faltas más al respeto al llamarme Juan Pérez”.
En esta empresa, tampoco la dejaban utilizar el baño ni el de mujeres, así como tampoco el de hombres, se tenía que pasar horas sin hacer sus necesidades, “una sola vez entré al baño y ya me andaba orinando”. Para Flores es muy complicado estar en el baño de hombres, por pena, pudor, pero sobre todo miedo.
Aunque podría haber puesto otra demanda, desistió por temor a ser boletinada en otros trabajos, lo cual es permanente entre la comunidad, por lo cual también decidió renunciar. Posteriormente entró a una sucursal de una reconocida tienda de conveniencia pero el salario era muy bajo.
Logró cambio legal de género y ayuda a otras personas
Actualmente, Damaris Flores ya tiene legalmente su cambio de género, lo cual obtuvo gracias a una campaña emprendida en Coahuila y está trabajando en una fábrica en donde su situación ha cambiado, pues ya le llaman como a ella le gusta y la tratan como una mujer.
Además de tener un trabajo más seguro, Damaris también decidió integrarse a una colectiva dedicada a brindar apoyo a la comunidad LGBT+ y su casa la tiene abierta para las personas que atraviesan por una situación como la que vivió, también tiene un albergue de perros callejeros, a quienes les brinda los cuidados necesarios.
EGO