Don Prisciliano y la otra pandemia, los adultos mayores en abandono

Historia

Prisciliano Arellano Acuña, mejor conocido como 'El Amiguito', dejó de trabajar a causa de una enfermedad y su única opción para apoyar en el hogar es pedir dinero.

Don Prisciliano vive en casa de su hija, donde la apoya con sus hijas. (Rolando Riestra)
Rolando Riestra
Gómez Palacio, Durango /

En tiempos de pandemia, la distancia entre clases sociales es más notoria, sobretodo no ayuda que la situación económica de las personas no siempre sea favorable a consecuencia de varios factores. Ejemplo de esta división es Prisciliano Arellano Acuña, de 64 años de edad y quien es originario de Jerez, Zacatecas de 64 años de edad.

A los 12 años, Prisciliano se vio obligado a comenzar a trabajar para ayudar a sus padres y hoy tiene que pedir apoyo económico en los cruceros para sobrevivir y mantener a su familia, ya que un problema en las rodillas lo obligó a dejar de trabajar.

En ocasiones, pide dinero a los vehículos que pasan por un bordo que está antes de las vías que pasan por un lado del canal de Sacramento, a un costado de la colonia Las Rosas de Gómez Palacio, ya que desde hace tres años tiene dificultades para caminar lo que le impide buscar trabajo.

Los que menos tienen, más dan

Además, asegura que las personas más humildes son las que más le apoyan. Se levanta a las 5:30 de la mañana para estar en punto de las 7:00 puntual para pedir dinero. Con su muleta y su mochila recorre más de cinco kilómetros a paso lento y sin prisas cruzando las vías del tren, con mucho cansancio pero voluntad inquebrantable y ahí se queda hasta las 3:00 o 4:00 de la tarde.

El lunes de la semana pasada, cuenta que los migrantes que suelen ponerse a un lado de las vías del tren lo golpearon, e inclusive lo intentaron lanzar al canal, superándolo en número ya que eran tres y más jóvenes que él.  

En ocasiones, a "el amiguito" le ayudan algunos policías que le dejan alimento y bebida. (Rolando Riestra)

Pensó que ya no tendría escapatoria, sin embargo, el vendedor de una tienda cercana se percató del suceso y fue a auxiliarlo.  Ese sector, comenta don Prisciliano, es uno muy peleado por los mismos migrantes para pedir apoyo mientras pasa el tren por lo que intentaron alejar la competencia.

Rostro conocido

Es mejor conocido como "el amiguito" por su manera tan sencilla y tranquila con la que trata a las personas y relata que hasta los policías lo saludan de esa forma y en ocasiones le llevan algo de comer o beber para pasar el día mientras junta algunas monedas.

"El amiguito" tiene viviendo en Torreón cerca de un año alrededor de un año en la colonia Morelos. Vive con la mayor de sus hijas, sus dos nietas y su yerno. Sin embargo asegura que no es nada sencillo estar aquí, ya que el marido de su hija, cada vez que se pone borracho la golpea y aunque ha intentado alejarla de él y llevársela lejos, ella siempre regresa con él y prefiere estar cerca para que no me pase nada, además que su hija sufre ataques epilépticos y tuvo que enseñarle a sus nietas de 12 y 14 años como actuar en caso de que sufra uno cuando no esté.

Fue mientras trabajaba de guardia de seguridad en una empresa de Saltillo que se dio cuenta que padecía ácido úrico, lo que le ha causado muchas molestias, además de que sus rodillas "ya no le funcionan" y le es muy difícil mantenerse de pie, pero él quiere seguir buscando la manera de llevar que comer para su familia aquí en Torreón y en ocasiones hasta le manda dinero a su mujer que aún vive en Jerez con su hija más pequeña.

"Yo soy de las personas que se le acaba el trabajo y lo' luego le busco, no me gusta quedarme en mi casa, me gusta sentirme útil pero mis rodillas ya no me dejan y tengo que pedir dinero aquí en los cruceros".

Terminó segundo de primaria y fue unos días a tercero pero no le gustó la escuela, pero asegura que aprendió a leer con las historietas de los periódicos. Desde los doce años comenzó a trabajar en una pollería en Ciudad Juárez, fue albañil, carpintero, pinto, lavador de fierros, velador, guardia, duró varios años yendo a Estados Unidos a lugares como Denver, San Francisco, Kansas para trabajar y la última vez fue hace 25 años.

La misma necesidad es lo que lo ha llevado a viajar a distintas partes de la República Mexicana e inclusive al extranjero "no se me hace raro el mundo", dice y asegura que no se arrepiente de nada pues Dios siempre le ha dado trabajo a donde ha ido.

RCM

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