En Tizimín, el huracán Delta les supo a poco. Azotados históricamente por ciclones tropicales como Gilberto, en 1988, conocido como “el huracán asesino”; o Wilma, en 2005, el cual ha sido el huracán más intenso del Atlántico; los vientos de hasta 165 kilómetros por hora y las fuertes lluvias de este miércoles no impresionaron a los pobladores de este municipio al noreste de Yucatán, acostumbrados al agua.
“He visto los otros huracanes y el de hoy no fue tan fuerte”, aseguró María Dolores, habitante de Tizimín.“Sí hubo viento, pero no bastante, tiro pocos árboles“, abundó la señora de 50 años de edad.
A pesar de esto, esta zona del estado, limítrofe con Quintana Roo, fue la más afectada por Delta.
De hecho sus puertos: San Felipe, Río Lagartos, Dzilam de Bravo, y El Cuyo, serán los únicos municipios que todavía no podrán reanudar actividades comerciales o laborales este jueves, como en el resto de la entidad.
Lo cierto es que para la catástrofe que se preveía, no fue tan malo el escenario con decenas de árboles caídos, las calles inundadas, y los cables de luz en el piso.
El gobernador Mauricio Vila constató estas afectaciones en un recorrido por Tizimín, Panabá, Río Lagartos, y San Felipe, municipios en los que impactó directamente el huracán.
“Las cosas son mejores de lo que nos imaginábamos“, celebró el mandatario.
Y es que hasta unas horas antes de tocar territorio nacional, Delta mantenía la categoría 4, una previa a la máxima en la escala de huracanes Saffir-Simpson.
Por ello, desde este martes, cientos de pobladores que habitan zonas de riesgo fueron evacuados de sus comunidades y trasladados a diversos refugios temporales.
Tan solo en Tizimín, hay 450 pobladores en refugios temporales, provenientes, en su gran mayoría, de los puertos vecinos de San Felipe, Río Lagartos, Dzilam de Bravo, y El Cuyo.
RLO