Doce horas bastaron para que Otis pasara de ser una tormenta tropical a un huracán de categoría 5 — la más intensa en la escala Saffir-Simpson — que tocó las playas de Acapulco a las 00:25 horas del 25 de octubre.
La fuerza del fenómeno acabó con el esplendor del puerto. Sus vientos superiores a los 250 km/h arrasaron con lo que tenían a su paso, incluida la vivacidad que tanto caracterizaba a uno de los destinos turísticos más populares de la República Mexicana.
El estado quedó incomunicado y varado en la incertidumbre, tanto así que en un primer momento ni el propio Andrés Manuel López Obrador conocía la magnitud del daño: “No tenemos datos sobre pérdida de vidas humanas, pero no hay comunicación, no sabemos”.
Fue hasta 24 horas después que las autoridades informaron que el paso del huracán cobró la vida de 27 personas por el paso del huracán y otras cuatro se encuentran desaparecidas.
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Al cabo de unas horas, México conoció un Acapulco totalmente diferente. Aquel puerto que Luis Miguel solía recurrir en los años 80 y 90 quedó en ruinas: la costera Miguel Alemán se encontraba tapizada de palmeras, vidrios rotos, destrozos, basura, postes de luz y demás objetos arrastrados por la fuerza de Otis.
De la noche a la mañana la icónica torre del Bungee de Acapulco había desaparecido, así como el letrero del consorcio “Señor Frogs” que resaltaba entre los comercios de la Miguel Alemán. Los interiores de la plaza “Galerías Diana” quedaron visibles luego que parte de su fachada cedió por la fuerza del huracán.
Sin embargo, entre los escombros y la destrucción aún se mantenía en pie la escultura de la fuente de la Diana Cazadora. Aquella Flechadora de las Estrellas del Norte cuya imagen une la Costera con la Zona Tradicional, así como la Dorada y el límite de la Federal Marítima; y la que hoy por hoy, se mantiene como un símbolo de esperanza.
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“Volaron las cosas y se rompieron vidrios”
Varios complejos de departamentos y torres hoteleras quedaron inhabitables. Fragmentos del recibidor del hotel Fiesta Americana dañaron automóviles y vans; desde la distancia se alcanzaban a apreciar los ventanales rotos del Romanza; el lobby del Princess se convirtió en una bodega de cascajo.
“Fue una experiencia aterradora”, dijo Rebeca Araya mientras rememoraba el súbito paso de Otis en la Zona Diamante de Acapulco. La comunicadora había viajado de Manzanillo, Colima, hasta Guerrero para participar en la Convención Internacional de Minería México 2023 llevada a cabo en la tarde del 24 de octubre.
“Los planes seguían en pie. No había señal de evacuar. (...) Pero a las once de la noche las ráfagas eran muy fuertes, volaron cosas y se rompieron vidrios”, recordó en entrevista con MILENIO.
Ningún pronóstico advirtió la intensidad con la que Otis llegaría a las costas de Acapulco, pues su evolución fue una de las más rápidas de las que los meteorólogos tuvieron registro. No hubo tiempo suficiente para que Protección Civil (PC) pudiera actuar y el huracán entró a las habitaciones de hoteles y departamentos aún con gente adentro.
Pese a la fuerza del fenómeno, Rebeca aún logró trasladarse del Centro de Convenciones a su hospedaje en el Papaya Condo. Una vez ahí, subió a su habitación junto a una amiga suya, aseguraron las puertas y ventanas, y se refugiaron en el baño. En cuestión de minutos, Otis irrumpió.
Una hora y media transcurrió. Rebeca seguía entre esas cuatro paredes que la protegían de los vidrios, los pedazos de plafón y escombros que revoloteaban a gran velocidad en su cuarto; mientras la costa de Acapulco se destruía poco a poco. Lo que vio al día siguiente fue devastador.
“Bajo en la mañana y salimos a ver cómo estaba todo. Estaba destruído”, narró en su plática con MILENIO.
Estragos del Huracán Otis en la Costa Miguel Alemán
Salir de la zona era una misión casi imposible, pues con el aeropuerto internacional de Acapulco cerrado y la Carretera del Sol cerrada, Rebeca y sus acompañantes tuvieron que improvisar para evacuar el área: “No pudimos pasar. Tomamos una ruta muy alterna y llegamos a la comunidad de Tierra Colorada”.
“Los caminos estaban dañados, las personas trabajaban y cuadrillas del gobierno de la Guardia Nacional (GN) estaban en la zona”, relató Rebeca.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transporte (SICT) trabajaron en conjunto para restaurar el flujo eléctrico, así como la reapertura de las carreteras afectadas.
Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador viajó en la tarde del 25 de octubre a Guerrero para supervisar los trabajos y conocer los daños que dejó el Huracán Otis. Según informó en su conferencia matutina, el fenómeno dejó estragos en los municipios de Técpan, Coyuca de Benítez, Juárez y demás de la Costa Grande.
Pero el Jefe del Ejecutivo tampoco pudo con las condiciones adversas de los caminos y tuvo que cruzar la carretera México-Acapulco a pie, junto a su Gabinete de Seguridad. Esto luego de que el vehículo que lo trasladaba se quedara atascado en una zona de derrumbes.
Los otros daños de Otis
Además de los estragos en la zona costera y demás comunidades, los fuertes vientos del Huracán Otis afectaron de igual manera a los sensores sísmicos.
Así lo dio a conocer la empresa Sky Alert en la mañana del 25 de octubre y se declaró incapaz de poner en alerta a la ciudadanía en caso de que aconteciera un sismo en Guerrero. Por su parte, el coordinador de investigación del Centro de Divulgación, Armando Cuellar Martínez, urgió la reparación de los mecanismos lo más rápido posible.
Respecto a las condiciones meteorológicas, el Capitán Primero de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) Cristian Giovanni Flores informó que las “precipitaciones considerables” aún provocarían afectaciones como deslaves en ríos y cortes carreteros.
Las autoridades mantienen constante monitoreo de los rezagos de Otis en entidades del interior de la República como Oaxaca, Michoacán, Estado de México (Edomex), Morelos, Puebla y Tlaxcala.
ASG