La desigualdad de género se puede entender a través de las actividades que realizan hombres y mujeres durante el día. Los roles de género tradicionales demandan que el cuidado de hijos, hijas y personas mayores, la gestión del hogar y la salud de los miembros del hogar sean realizadas principalmente por mujeres, y que la participación en el mercado laboral sea ocupada en su mayoría por hombres.
Como parámetro se cuenta con la encuesta de uso de tiempo realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) en 2019, donde se observa que los hombres dedican 47.7 horas a la semana (de lunes a viernes) al trabajo remunerado, 15.2 horas al trabajo no remunerado de los hogares y 5.6 horas a la producción de bienes de uso exclusivo del hogar.
Mientras que las mujeres dedican 37.9 horas al trabajo para el mercado a la semana, 39.7 horas al trabajo no remunerado de los hogares y 5.6 horas a la producción de bienes para uso exclusivo del hogar. En promedio las mujeres trabajan 6.2 horas más que los hombres.
El trabajo de cuidado se refiere a las actividades y prácticas necesarias para la supervivencia cotidiana de las personas en la sociedad en la que viven, el cuidado (no remunerado, y realizado al interior del hogar) permite la reproducción de la fuerza de trabajo.
Los hombres destinan un promedio de 11.6 horas a la semana al trabajo doméstico del propio hogar, y las mujeres un promedio de 30.8 horas a la semana. Al trabajo no remunerado de cuidados a integrantes del hogar, las mujeres destinan 14.3 horas a la semana y los hombres 5.4 horas; finalmente, los hombres destinan 6.6 horas al trabajo no remunerado mientras que las mujeres destinan 9.4 horas.
A través de la encuesta telefónica sobre covid-19 y Mercado Laboral durante abril y julio de 2020 de Inegi, se registró en julio una tasa de participación económica de la población de 18 y más años usuaria de teléfono, en 39.2% mujeres y 77.4% hombres, y de las 35.7 millones de personas ocupadas, la tasa de ocupación fue de 34.7% para mujeres y 71.8% para hombres.
De la población ocupada que registró no trabajar en horas habituales, el 52.8% disminuyó su actividad por el covid-19, el 20.2% su trabajo o actividad se vio suspendido por el covid-19, el 7.9% trabajo desde casa y el 19.1% identificó otras razones.
A raíz del confinamiento, el trabajo no remunerado de cuidado demuestra su contribución al mercado laboral y al desarrollo social, al trasladar la educación de niños y niñas, y el cuidado de personas dependientes, de instituciones al hogar, impactando directamente la autonomía económica de las mujeres.
Incluso, cuestiona el modelo del “trabajador ideal” como el sujeto con alta disponibilidad de tiempo para trabajar y sin responsabilidad de cuidado.
Del total de la Población Económicamente Activa femenina el 55% no tiene acceso a trabajos formales (ENOE, 2021), lo cual se convierte en una condición de vulnerabilidad ya que el trabajo informal carece de seguridad social y promueve menor salario. Por lo tanto, la población femenina con deseo de trabajar se enfrenta a una menor disponibilidad de tiempo para ingresar al mercado formal.
aarp