La paz llega poco a poco a la zona de Urique, en La Sierra Tarahumara, a un año de que El Chueco asesinó a los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora dentro de la parroquia de San Francisco Javier.
En entrevista para MILENIO, el sacerdote jesuita encargado de la división de Paz, narró que el domingo pasado se celebró la final del béisbol, evento que el año pasado motivó el conflicto entre el guía de turistas, Pedro Palma y José Noriel, alias El Chueco.
"Este año se pudo jugar la final y ganó el equipo Cerocahui, entonces es un gesto de que las condiciones de seguridad en Cerocahui han mejorado", dijo.
El religioso explicó que, a partir de la muerte de los sacerdotes octogenarios, autoridades religiosas de la Sierra Tarahumara y el gobierno estatal y federal han entablado mesas de diálogo donde se han gestionado las condiciones de seguridad para la zona.
"Lo que hemos dicho no sólo se trata de la seguridad de los jesuitas, sino de la seguridad de las comunidades".
Como medida cautelar de protección a víctimas, la parroquia de San Francisco Javier fue acordonada con malla ciclónica y alambre de púas para evitar que alguien ingrese fuera de horario al recinto católico, tanto al interior de la parroquia como al exterior y en la plaza principal fue instalada la Unidad de Mando Móvil Centinela, una suerte de C5 que envía en tiempo real las imágenes del templo.
"Una de las estrategias es la colocación de cámaras en diferentes puntos para monitorear los movimientos y así se puedan tener acciones preventivas o de reacción ante algún acontecimiento", explicó el también coordinador de programas sociales de los jesuitas.
Atilano mencionó que, si bien la muerte del autor material del asesinato no significa la tan ansiada justicia, el trabajo en conjunto entre religiosos, población en general y los órganos de gobierno son la salida viable.
Lo que "se necesita aquí es fortalecer instituciones locales, ver cómo se tiene un tipo de policía, un tipo de estructura comunitaria que favorezca la seguridad en esta región".
Han pasado sólo meses de la muerte de El Chueco, pero este suceso dejó un halo de seguridad, tan es así que el sacerdote sobreviviente convive tranquera entre los pobladores.
"Se han vuelto a hacer las celebraciones de los 15 años, celebraciones familiares, ese también es un signo esperanzador y que ha ido regresando gente que se fue por la violencia", narró.
No obstante, la paz aún esta muy lejos de concretarse en las zonas aledañas a Cerocahui.
"Nos preocupa es la situación de la región en la sierra Tarahumara pues sigue las desapariciones, los controles territoriales eso sigue presente en la sierra pero lo que se esta dando en Cerocahui y las comunidades aledañas pues es un signo y esperamos que sea un signo de semillas de Paz para que esto pueda crecer en la Sierra Tarahumara", finalizó.
ROA