Joven lagunero con síndrome de Down sueña con ser chef: "quiero abrir un restaurante"

La vida adquiere un dulce sabor cuando Óscar recuerda cómo desde pequeño, en las fiestas de disfraces, su atuendo siempre fue el de un chef.

Óscar ha aprendido pizzas, marranitos, conchas integrales. (Especial)
Luis Carlos Valdés
Torreón, Coahuila /

Tiene 21 años de edad y como todo joven, tiene la inquietud de prepararse y emprender su propio negocio. Desde hace algunos años, se acercó al Centro Comunitario de Peñoles para capacitarse en la elaboración de repostería y panadería, ya que uno de sus sueños es convertirse en chef, sueños en los que su madre Norma Vázquez Estevané ha sido el apoyo vital para dar estos pasos, para que su condición con síndrome de down sea un impulso más que un obstáculo para alcanzar sus metas.

La vida adquiere un dulce sabor cuando Óscar Sánchez Vazquez, se adentra en sus emociones y recuerda cómo desde pequeño, en las fiestas de disfraces, su atuendo siempre fue el de un chef; por lo que cuanto terminó la Secundaria, le entraron varios lugares donde los chefs con quienes ha preparado: El CECATI, donde estudió Computación e Inglés. 

Luego se acercó al ICATEC, en donde conocieron a la chef Gema quien, durante la pandemia, impartio sus clases en línea. Considerando sus avances, se le abrió la oportunidad de entrar al Centro Comunitario (CECOM) de Peñoles, hasta donde su madre lo ha acompañado durante su capacitación.

Maestra de profesión, Norma tuvo que dejar su trabajo para atender las necesidades de Óscar, por lo que comenzó a preparar alimentos atendiendo banquetes, que hoy se complementa con las preparaciones gastronómicas de Oscarín. 

“Son banquetes para bautizos, reuniones sociales, buffet mexicano, pechugas de pollo con espagueti. Ahora vendemos los cuernitos y postres que Oscar prepara, complementando su emprendimiento”.

“Nos acercamos al CECOM, porque Óscar tiene un negocio llamado “Postrería Oscarín”, que empezó porque desde muy niño le nacio la idea de ser chef”, recuerda su madre. 

En la clase de panadería, Óscar ha aprendido pizzas, marranitos, conchas integrales, pan de muerto, pan de hamburguesas. En general, la producción se realiza sobre pedido, ya que no quieren que se les quede al día siguiente. Si llegara a quedar algún pan, prefieren donarlo, regalarlo a personas en situación de calle, en iglesias. 

“Me gusta el panqué de plátano, de nuez, glaseado o con crema”, expresa Óscar son su sonrisa contagiosa, ataviado con su filipina negra.

Su pasión es la repostería, le gustan las galletas y la pastelería. Poseedor de un paladar muy educado, Óscar sabe que no siempre las cosas le saldrán bien. Ya tomó el curso de panadería; está cursando repostería y próximamente iniciará el curso de cocina internacional, para luego tomar el curso de repostería avanzada.

¿Qué quieres hacer de tu vida Oscar? 

“Ahorrar. Quiero ahorrar para abrir un restaurante, me estoy preparando para ser un buen chef, y poder abrir un restaurante que se llame Oscarín”.

Nacido con síndrome de down, la experiencia de vida que ha tenido Óscar no ha sido fácil. Se pone triste cuando las cosas no le salen bien; Óscar se sabe diferente en lo físico, pero gracias a la convivencia que tuvo con sus compañeros y maestros en la secundaria y el trabajo de su madre, sabe que es igual que el resto de las personas. No se siente merecedor de un trato “especial”, porque él está trabajando para ganarse un lugar dentro del mundo del emprendimiento en el sector de la gastronomía.

Hasta el momento, las ventas de sus preparaciones han sido a sus amigos cercanos, vecinos y su familia; Oscarín prepara pasteles, galletas, panques y tartaletas rellenas de chocolate y frutas y espera lograr poner su propio restaurante y como dicen devolverle a su madre, lo mucho que le ha dado.

EGO

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