Al pasar en auto de Torreón a Gómez Palacio, en el paso elevado del bulevar Miguel Alemán a la altura de la termoeléctrica y a espaldas del teatro Alberto M. Alvarado, se alcanza a distinguir como sobresale una figura poco común: una cafetera antigua gigante.
Y es que a decir del cronista de la ciudad, don Manuel Ramírez, esta cafetera fue uno de los primeros anuncios publicitarios en su tipo que se colocó en el año 1952, en los patios de la entonces planta despepitadora Terryzas.
Aunque muchos la conocen como la “Cafetera olvidada”, dijo que de acuerdo a documentos, la figura fue construida por el entonces dueño de la planta despepitadora, don Juan Aguiñaga Díaz de León, al haber invertido en la franquicia del Café Famoso, con la compra de un tostador, molino y empaque.
Al menos así lo dicta una felicitación-agradecimiento que se publicó en los diarios agradeciendo al entonces gobernador de Durango, Enrique Torres Sánchez, por haber concedido la franquicia que fue instalada como empresa en los predios de Terryzas, ubicados frente a la planta termoeléctrica La Laguna.
OTROS TIEMPOS
Relata que anteriormente no estaba el bulevar Miguel Alemán que ahora existe y que la única calle de tránsito y conexión para ir a Torreón, era la Auto Club.
La cual fue testigo de las mejores épocas en el auge algodonero de la década de los cincuenta, quedando de ella solamente la masa de metal que se levantó a unos 20 metros.
Ahora, “La Cafetera olvidada” es sólo superada en su altura por una gran antena de telefonía celular instalada a su lado y emerge en medio de una serie de camiones de carga de la empresa Coppel, ya que ahí se encuentra uno de sus Centros de Distribución más grandes del norte del país.
Por lo que se aprecia, la figura tenía doble propósito, ya que por un lado era un tanque elevado y a la vez servía de anuncio espectacular para anunciar el aromático olor y sabor del Café Famoso.
Hoy, luce solitaria y vandalizada, pues es victima del grafiti urbano mediocre, el cual esconde su verdadera representación.
El cronista de la ciudad explica que la cafetera fue un ícono solitario de Gómez Palacio y aunque se ha pretendido obtenerla en donación, la empresa se niega a autorizarlo, por lo que seguirá estando ahí, como testigo mudo de los tiempos de prosperidad que trajo consigo el llamado oro blanco.