La falta de inversión limita la pesca en Durango

Miguel Hernández, presidente de la Asociación de Pescadores en Nazas, señala que contemplan la apertura de un restaurante y un cuarto frío.

Los peces característicos de la región son el bagre, la mojarra y la carpa. (Archivo)
Jorge Maldonado Varela
Nazas, Durango /

El municipio de Nazas, Durango, además de su nuez, se distingue por ser un sitio adecuado para la actividad pesquera, ya que sobre el Río Nazas que riega estas tierras, fluyen peces característicos de la región como el bagre, la mojarra y la carpa, con lo que habitantes buscan posicionar al sector como zona que abastezca la demanda de la región.

En la comunidad nazense de Emilio Carranza está instaurada la Asociación de Pescadores del Nazas, la cual está conformada por alrededor de 20 personas que se dedican de lleno a la pesca como parte de la identidad de Nazas, sin embargo, aseguran que aunque la producción de pescado sea buena, no cuentan con el equipo y espacio necesario para almacenar el producto, para así ofrecerlo a la venta a los visitantes al municipio a precios competitivos.

En ese contexto, Miguel Hernández, presidente de la cooperativa instaurada desde hace más de 18 años en esta comunidad, dijo que contemplan proyectos como la apertura de un restaurante en Emilio Carranza que ofrezca platillos elaborados con pescado de la región y su respectivo sazón regional, además de un expendio de pescado de Nazas que surta a quienes estén de visita; el problema es que falta la inversión.

Compartió que actualmente cada pescador saca su producto y lo vende por su cuenta, pero añadió que su visión a mediano y largo plazo también está el colocar su pescado en tiendas grandes de la Comarca Lagunera, tal como ya lo hacen socios pesqueros de comunidades como Graseros en Lerdo.

“Quizás haga falta más comunicación para que alguna empresa de fuera nos compre el producto que pescamos. Actualmente solo sacamos mercancía que se vende aquí mismo en el municipio, pero buscamos que se pueda vender en otras partes de la región”, compartió el líder de pescadores.

Detalló que en una buena temporada, que inicia cuando el calor se instala en la región, cada pescador llega a sacar hasta 20 kilos diariamente, ya sea mojarra, carpa o bagre, en una jornada laboral que inicia antes de las 7 de la mañana y termina alrededor de las 2 de la tarde.

URGE UN CUARTO FRÍO

En tanto, el pescador Juan Hurtado aseguró que hay días extraordinarios en el mes que sacan de 30 o hasta 40 kilos, producto que no se logra colocar entre sus principales compradores, a los que les llaman “boteros”. Por tal motivo, resaltó la necesidad de contar un cuarto frío para almacenar su mercancía.

Cada pescador cuenta con su botero que compra lo recolectado en el día, con lo que se inicia una cadena de compra-venta en un precio inicial que va de los 25 a 30 pesos por kilo de pescado, luego, el precio al público se ofrece entre los 50 a 70 pesos según sea la variedad de pescado y la temporada.

“Los boteros son quienes nos compran el pescado, pero hay ocasiones que sacamos 30 o 40 kilos y este comprador no quiere todo, el problema es dónde colocamos lo que nos queda. Nosotros podríamos vender nuestro pescado al público aquí mismo o sacarlo a otras partes, pero requerimos un cuarto frío para tener almacenado el producto en buen estado y luego empezar a distribuirlo”, comentó.

Sin embargo, la realidad es que los pescadores apenas mantienen a sus familias con lo que logran vender, por lo que la cooperativa no cuenta con los recursos necesarios para echar a andar estos visionarios proyectos.

RESTAURANTE

Entre algunas gestiones que ya tienen avance, cuentan con un lugar acondicionado para el restaurante con una construcción de cerca de cien metros cuadrados, lo que resultaría la base para gestionar algunos recursos y apoyos por parte del ayuntamiento del estado de Durango, o empresarios interesados en su mercancía.

Asimismo, aprovecharon para pedir a las autoridades municipales unirse a sus metas para promocionar el pescado de Nazas, a fin de generar un mercado que beneficie a cientos de familias que dependen de esta actividad que tiene siglos practicándose, primeramente utilizando herramientas para pescar como las nazas, hasta utilizar redes especiales traídas del puerto de Mazatlán.

DON PLÁCIDO, DE LOS ÚLTIMOS NASEROS DE LA REGIÓN

Plácido Calderón Franco, de 90 años de edad, es uno de los últimos habitantes del municipio de Nazas, Durango, que aún se dedican a la elaboración de las nasas, herramientas utilizadas por siglos entre los primeros habitantes que poblaron el sector suroriente de lo que hoy conocemos como la Comarca Lagunera.

Desde los 15 años de edad don Plácido aprendió a elaborar esta trampa de pesca, una de las artes más antiguas y tradicionales que consta de un objeto entretejido en forma de pera.

Este personaje, sale al campo a las orillas del Río Nazas y empieza a recolectar la materia prima para realizar las nasas y otros trabajos artesanales, con árboles como sabino y sauce.

LA IDENTIDAD DE TODO MUNICIPIO

Su mirada refleja algo más que la experiencia forjada al paso de las décadas, sino que refleja la identidad de todo un municipio que mantiene este tipo de técnica de pesca y del cual se derivó el nombre la actual localidad.

“Esta es una de las actividades que poco a poco se ha dejado de hacer. Las nasas fueron usadas en estas tierras desde que eran habitadas por indios, luego por españoles, una técnica presente desde los inicios de Nazas”, comentó.

Para elaborar las nasas don Plácido utiliza varas de sabino, las separa por tamaños y grosor para empezar a tejer hasta formar un recipiente que encierran a los peces que ingresan por un orificio en la parte baja con varas colocadas de tal modo que sea imposible su salida.

Cuenta ya con más de 35 años dedicado de lleno a las artesanías tejidas, pues pasó de elaborarlas para pescar y consumir en casa, a vivir de este oficio que sigue vigente entre las tradiciones del municipio gracias a sus manos, las cuales ya con el material listo realiza una nasa de tamaño regular en media hora.

“Uso el Sabino porque mantiene siempre el doblez de sus ramas aunque ya esté seco, y se puede volver a mojar sin problema, a diferencia de las de otros árboles que pronto se hacen feas las ramas y se rompen”.

HABILIDAD DE TEJIDO

Compartió que para pescar con nasas, se deben lanzar al agua atadas a un cordón a la orilla del río, con una carnada de cebo o de sangre de res guisada.

Se deja esperar a que los peces entren por un orificio y por la mañana se acude a revisar cuántas piezas cayeron, principalmente de bagres.

Asimismo, también aprovecha su habilidad de tejido y realiza otros artículos como floreros, sombreros, bolsas, gorras, canastas, entre otros objetos de material orgánico de sauce o taray, que cuentan con la misma flexibilidad que el sabino.

Aunque no tiene un local establecido en donde ofrecer sus productos artesanales, el señor Calderón Franco asegura que mientras tenga fuerzas y pueda caminar, seguirá recolectando varas de sabino para elaborar las nasas para venderlas alrededor de Nazas y por pedidos.

De diferentes tamaños, ofrece sus productos a paso lento, pero constante, sobre la plaza principal, con precios que van desde los 25 pesos las nasas pequeñas y 60 las medianas.

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