El monitoreo que se ha realizado en las 989.6 hectáreas siniestradas por el incendio del 1 de mayo en el bosque La Primavera, confirma la opinión técnica que se había adelantado sobre el mejor modo de restaurar la zona: se debe esperar la respuesta que dará el bosque una vez que se regularicen las lluvias, incluso en las áreas aparentemente más dañadas por el fuego.
"Estamos haciendo un estudio que nos solicitó la dirección del OPD [organismo público descentralizado]; este considera una evaluación de los incendios de 2005 y 2012, para ver el estado de las áreas que en su momento se afectaron, y añadimos este incendio reciente [...] puedo adelantar que menos de 10 por ciento de la superficie de este incendio es la que tiene efectos severos, y lo que recomendamos es esperar a ver cómo responde el bosque con las lluvias, antes de hacer cualquier tipo de intervención; yo sé que la gente se preocupa por lo que pasa en el bosque, pero muchas veces el intervenir con reforestación interrumpe los procesos de regeneración natural; además, ha faltado hacer el trabajo de investigación de la dinámica de los incendios; en muchas de las áreas que son intervenidas inmediatamente, ya no alcanza uno a ver lo que pasa, es un bosque con miles de años con incendios y con especies que están adaptadas a las condiciones que tienen el fuego; a partir de esa observación y de esa información debemos establecer la cuestión de cómo se va a regenerar", dijo a MILENIO JALISCO uno de los más importantes especialistas nacionales en el tema, Enrique Jardel Peláez, investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Esto significa que los medios de comunicación deberían hacer una detallada campaña informativa hacia la sociedad sobre los mitos y realidades del fuego; la visión social de que es el gran destructor de los ecosistemas es un simplismo que no genera la mejor toma de decisiones tanto en su uso preventivo como en su combate y la forma de restablecer la salud de las comunidades bióticas.
"Se contempla al fuego como un daño irreversible para el bosque, y se llega a la idea de que el bosque necesita intervención; la realidad es que muchas veces no es así, no necesita intervención o acción de reforestación; lo que el bosque necesita es que se le proteja, que las áreas afectadas no queden expuestas para que alcancen a regenerarse en los procesos naturales; yo siempre he dicho que en La Primavera, los árboles no dejan ver el bosque; no es nada más meter arboles: por principio hay una composición de distintos árboles, por lo general se reforesta con pino, mientras tenemos allí como 900 especies de plantas, y es importante la regeneración de la biodiversidad, la conservación de todas las especies, incluso hierbas, matorrales, arbustos", añadió.
De hecho, el papel ecológico del fuego se refleja en las múltiples especies que encuentran su oportunidad en un ecosistema alterado, o que biuen, están perfectamente adaptados; "esas especies, de yerbas y arbustos en áreas quemadas, suelen prosperar en áreas abiertas; y por ejemplo, el Agave guadalajarana, que resiste incluso en lugares que se han quemado severamente, vemos que hay agaves que resistieron y que luego brotan después del fuego; por eso le recomendamos al director que se monitoreen esas zonas con incendio severo, hay mucha información valiosa a largo plazo para mejorar la toma de decisiones y manejar mejor al bosque".
Ese es un aspecto valioso del trabajo: los incendios deben ser evaluados a lo largo de años, para documentar con más precisión las dinámicas ecosistémicas. La Primavera es un laboratorio privilegiado en ese sentido.
Hasta ahora, "estamos confirmando cosas que ya habíamos mencionado: estamos en una zona propensa a los incendios forestales; esos bosques de pino y encino han tenido una historia de fuego desde que existen, incluso de incendios humanos: es un bosque rodeado de gente, con muchas causas de ignición, desde paseantes, quema de basura, niños jugando, incendios deliberados; se necesita, no suprimir el fuego, sino una estrategia de manejo del fuego, es algo en que hemos estado insistiendo".
Agregó al respecto, que la estrategia de uso del fuego busca manejar combustibles desde un enfoque ecológico. "La mejor estrategia de manejo es el fuego; la realidad de las cosas es que se han quemado tres cuartas partes de ese bosque desde 2005, y es en las áreas donde se ha suprimido su uso por muchos años el fuego, casos con diez años o más; allí es donde se acumula el combustible, y resulta lógico que se queman más severamente [...] si se manejara el bosque de acuerdo a lo que ha sido su régimen histórico de incendios, deberían inducirse quemas algunas áreas, en una época propicia del año, cuando hay suficiente humedad, y si se escogerían las condiciones, cuando el viento no estuviera soplando hacia Guadalajara; así se evitarían incendios severos y estos eventos de contingencia ambiental tan comunes en esta época".
Es más que obvio que el clima planetario está cambiando, y en la región eso traerá transtornos. "Una conclusión de estudios en otras partes del mundo, con ecosistemas muy parecidos, es que debemos considerar que con las condiciones del cambio climático global, las cosas van a empeorar, y no podemos seguir con una mentalidad de plaza sitiada, y una reacción contra incendios, sino que hay que pasar a una estrategia de manejo, porque entonces se vienen incendios más devastadores, más difíciles de controlar, más peligrosos para combatirlos y cada vez más costosos; en Estados Unidos ya se está dando un proceso de crítica fuerte a la estrategia de supresión de incendios; nada más en una semana de verano de 2015 se gastaron más de 240 millones de dólares en combate; son como 4,600 millones de pesos, y si lo dividimos por el presupuesto que hay para incendios en La Primavera, nos alcanzaría lo de esa semana para 250 años...".
Jardel encuentra en la explosiva temporada de fuego en Jalisco, con al menos 76 mil ha con presencia de siniestros en el estado de Jalisco (casi 1 por ciento de la superficie total de la entidad), una explicación de todos esos factores juntos: el clima, incluida la volatilidad que ocasiona el cambio climático; la falta de presupuesto para trabajo de prevención, y la falta de responsabilidad en el manejo de fuego por los humanos, incluidas las actividades agropecuarias.
"En el caso de Manantlán, por ejemplo, el hecho de que se hayan complicado las cosas en el combate de incendios, han sido que han fallado las labores de supresión, de brechas corta fuego y de presencia de brigadas, porque la dirección de la reserva está ahorcada en el presupuesto", puntualiza el experto. Si no se dan cambios, vienen, sin duda, años difíciles para el patrimonio natural.
Claves
Los dueños del bosque
La Primavera tiene alrededor de 800 dueños entre el mayor propietario, el gobierno del estado, cientos de pequeños propietarios y de ejidatarios, de acuerdo a un levantamiento catastral realizado por la dirección del área protegida en 2014
El gobierno de Jalisco, que posee un conjunto de predios que suman 5,736.4 hectáreas (18.72% del polígono protegido), derivados de diversos procesos de adquisición, de los cuales, el más importante es una donación del gobierno federal durante el gobierno de José López Portillo (1976-1982), recibida a su vez en pago de impuestos que adeudaba el propietario Jorge Dipp Murad
La tenencia privada posee 16,507 hectáreas del bosque La Primavera, esto es, 53.88 por ciento de la superficie total, dividida en 421 predios de diversos tamaños, de los cuales, solamente 126 están plenamente identificados con superficie específica en el Registro Público de la Propiedad (RPP), de acuerdo a una investigación exhaustiva realizada por la dirección general ejecutiva del bosque. 295 propietarios más no tienen bien identificada la superficie que detentan en lo individual.
De entre estos, los grandes propietarios, los que poseen arriba de 500 hectáreas de bosque: Esperanza Barragán Pérez y Codueños, 1,112 hectáreas; herederos de Cástulo Romero Valencia, 1,098 hectáreas; Familia Romero Bertrand, 808.9 ha (Guillermo, 542.7 ha, Carlos Alberto, 5.18 ha; Flora, 261 ha); Juan Diego Covarrubias, 696.5 ha
Propietarios de 500 a 100 ha. Margarita Velazco Aceves, 357.8 ha; Marcela Patricia Gallo González, 355.9 ha; Óscar Ohrner Chapa, 317.25 ha; Georgina Isabel Uribe Reyes, 240 ha; Enrique Arellano Muro, 233 ha; Salvador Baeza Anaya, 217 ha; Manuel Pelayo Topete, 163.5 ha; José Luis Merchant Ovando, 160.8 ha; Ramón Sánchez Enríquez, 139 ha; Guillermo de Jesús Padilla Avilés, 136.6 ha; Alejandra Romero de la Rosa, 112.75 ha; Laura Graciela de la Torre Jiménez, 111 ha; María Virgen Godínez, 102 ha
Propietarios de 100 a 20 ha.Ramón Barba Loza, 87.4 ha; Eduardo Damy Gómez, 85.8 ha; José de Jesús Muñoz Gutiérrez, 67.75 ha; María Ramírez Suro, 67 ha; Inmobiliaria y Desarrollos La Prima, 46 ha; Antonio Vázquez Cruz, 40 ha; Apoyo Inmobiliario del Colli SA, 38 ha; Ingeniería Termodinámica SA, 29.32 ha; Salvador Veytia Orozco, 28.3 ha; Eustolia Martínez Ramírez, 28.12 ha; Francisco Rivera, 25.4 ha; Banco Bilbao Vizcaya México, SA, 23.14 ha; Juan García Paniagua, 22.05 ha; Alejandro Covarrubias, 22 ha
De los 295 propietarios cuya superficie registrada no ha sido localizada, destacan los siguientes nombres: Alejandro Gallo González (propietario principal del fraccionamiento El Roble), Eduardo Gallo Valdivia, Eric Coufal, Eva Arce Pérez de Velarca, Fernando Gallo Pérez, Guillermo Romero Valencia, Ignacio Novoa, Jesús Rodríguez Morquecho, J Guadalupe Gallo, Jesús Rodríguez Barba, y varios de los nombres más arriba identificados pero cuyos predios no están determinados en la investigación
El resto de la superficie del bosque, 7,839.71 ha, corresponden a propiedad de régimen social o comunal (25.59%), más 552.3 ha (1.8%) que fueron excluidas del régimen de protección como resultado del juicio de amparo 413/2001 promovido por autoridades del ejido Santa Ana Tepetitlán, confirmado en la revisión 465/2007 por la justicia federal. De este modo, La Primavera se extiende sobre 30,083 ha, aproximadamente, en la actualidad.
SRN