Es la una de la tarde, el sol está en su máximo y el calor insoportable, sofocante, aun así, se tiene que trabajar, el ladrillo crudo está dentro del cocedor u obrador como ellos le llaman, la quema tiene que seguir para poder sacar el producto y venderlo.
Así es el trabajo de los ladrilleros del ejido Mayrán, Coahuila, quienes tienen su espacio de trabajo a las orillas de la comunidad.
Mencionan que no importa la onda de calor que se registra en todo el país, importa sacar el sustento diario de las familias que dependen de ellos.
A Checo y Andrés les tocó la quema del ladrillo, le tienen que seguir atizando a la boquilla del cocedor, poniéndole rama para que el fuego no se apague y así se queme bien el ladrillo y agarre su textura.
"Empezamos desde las seis de la mañana y aquí nos agarró el sol, pero no podemos dejar solo el obrador, nos tocó la quema aquí a un lado de la chimenea", mencionan.
Comentan que en este tiempo de calor, nadie quiere que le toque quemar, porque es como estar en el infierno, se le tiene que atizar a la lumbre y el fuego aumenta mucho más la temperatura.
"Estamos en el mismísimo infierno compare, ta gacha la calor, pero que le vamos a hacer, hay que trabajar", dice Checo.
"Nos traemos agua, a veces un suerito pa' aguantar, igual nos ponemos una gorra o sombrero, nos enredamos la camisa entre la cintura para que el fuego no nos queme tanto, pero si está duro el jale", considera.
Mencionan que los que hacen el ladrillo, llegan temprano y completando la meta, se van, pero ellos que les toca quemar a fuego vivo, se tienen que esperar hasta que salga el producto, de 18 a 20 horas, aunque tienen turnos de relevo.
"Aquí no hay apoyo de nadie, ni de gobiernos ni nada, es un trabajo que tenemos que hacer, porque no hay más y así es, tenemos que trabajar para comer", dicen.
EGO