Santo Tomás y Gatas Mochas, ejidos subsisten sin pavimento y escasez de agua en La Laguna

La residente, Cristina Campos comentó que el agua se les entrega en tandeos y algunas veces pasa una semana completa sin tener el líquido en la red.

Ejido Santo Tomás. | Manuel Guadarrama
Lilia Ovalle
San Pedro, Coahuila /

Los ejidos Santo Tomás y Gatas Mochas, ubicados en la parte baja del municipio deSan Pedro de las Colonias, sobreviven alejados de los beneficios que brindan las ciudades. 

Aquí como en casi todos los sectores sociales el agua escasea, el pavimento es algo que en algún momento se tuvo pero ante la falta de mantenimiento desapareció, y la ausencia de espacios recreativos son una constante.

De Gatas Mochas incluso no hay claridad del por qué los campesinos decidieron registrar este núcleo ejidal como un nombre tan singular. De ser conocido como Puerto Rico, algunos dicen que al colocar un cartel en un autobús, a un dibujante le falló el cálculo y pintó unas gatas a medias, recortadas del paisaje. Otros en cambio dicen que hubo un tiempo en que un malvado adolescente les cortaba las colas a los gatos. 

Ambas comunidades son pequeñas y no existe una división geográfica, de tal suerte que se camina por Gatas Mochas y pronto se llega a Santo Tomás, donde permanece en pie un caso de hacienda que perteneció a Guillermo Purcell. Fechada en 1921, este edificio hoy pertenece al ejido y aunque se ha visto la posibilidad de instalar un centro cultural o incluso una maquiladora, esto ha quedado en proyecto.

La ausencia en Gatas Mochas

En Gatas Mochas, Cristina Campos comentó que el agua se les entrega en tandeos y algunas veces pasa una semana completa sin tener el líquido en la red. Además la carretera del acceso principal ya no cuenta con pavimento, aunque se nota que alguna vez se tuvo. Es así que, aunque no tienen una tortillería en el rancho, pasa un chico en una camioneta ofreciendo el producto.

Héctor Escobedo, habitante del ejido Santo Tomás, dijo por su parte que mucho tiempo atrás el ejido Gatas Mochas era conocido como Puerto Rico pero esto cambiaría al pintar un cartel.

“No sé por qué le llamarían así, es algo entre ellos. Dicen que traían un camión que se les ocurrió ponerle allí una gata pintada y estaba mochada y de ahí salió el nombre. Así lo comenta la gente. No sé cómo le harían para cambiarle el nombre porque antes era Puerto Rico”.  

En cuanto a los servicios básicos como la dotación del agua, confirma lo que Cristina externó, que el agua potable llega a los domicilios durante algunas madrugadas, por lo cual deben estar atentos y desvelarse para acopiar el líquido en tinacos y otros reservorios.

“Aquí no hay hora para que llegue. Dejamos abierta la llave y cuando oímos que sale el agua nos levantamos para tomarla. Nosotros tenemos tambos grandes y la aprovechamos porque no hay de otra; la que sale de la lavadora la usamos para apaciguar la tierra y en el baño”, precisó Héctor.

La antigua hacienda

En Santo Tomás la ex hacienda de Guillermo Purcell refiere un pasado próspero donde  extranjeros intentaron echar raíces a principios del siglo pasado. Hoy los habitantes de las comunidades padecen la desecación de la Laguna del Mayrán y del agotamiento del acuífero principal. El día cero para anunciar la ausencia del agua se encuentra a la vuelta de la esquina y estas comunidades son testigos del deterioro en tanto que, sus habitantes, han sido víctimas de un saqueo sistemático sobre el líquido.

“En esta hacienda era mayordomo mi abuelito (Lucio López), yo estaba niño y él me platicaba que trabajaba en la hacienda. Yo he vivido en Santo Tomás de abajo toda mi vida. Somos vecinos de Gatas Mochas, antes se llamaba Puerto Rico y dicen que le cambiaron el nombre porque había muchas gatas mochas, según esto. Es la historia que dicen, que había un muchacho muy travieso y les mochaba la cola, que había muchas gatas así y se les quedó Gatas Mochas”, compartió Isidro López, vecino de Santo Tomás, y de la hacienda en ruinas.

El papá de Isidro se llamaba Antonio López e igual trabajó en la hacienda. Por su esfuerzo, aseguró su hijo, llegó a ser socio pero vendió luego sus derechos. Desde la fundación de esta pequeña propiedad, poco más de un siglo ha pasado y los habitantes, hoy dueños del cascarón arquitectónico, saben que se debe hacer algo con él porque en el sector el desempleo hace estragos y los jóvenes están cayendo en las adicciones.

“Aquí se quiso venir una maquila porque de hecho ya quedó para el ejido la finca, entró Procede y por eso no se hizo nada porque estaban indecisos (con el litigio) pero ahorita se está destruyendo; pero ese hombre de la maquila venía dispuesto a remodelarla toda y hacer una maquilita. Ya nomás imagínesela arregladita y con su techo de asbesto o de lámina. Eso nos beneficiaría bastante, para los jóvenes, porque ahorita no hay trabajos y apenas empieza, hay poquitos adictos aquí porque se van a otros ranchos y comienzan a enviciarse”.

En Santo Tomás los campesinos aún tienen tierras de cultivo, al menos 200 hectáreas destinadas a la agricultura, aunque algunas están ociosas y otras son rentadas. Con treinta ejidatarios, al menos 30 hectáreas del total se siembran.

“En esta hacienda sonaba la campana a las cuatro de la mañana para entrar a trabajar. Aquí estuvo mi abuelo, mi papá y hasta yo pero la mera verdad sólo alcancé a trabajar allí como dos años. Esa familia había venido de San Marcos y los trajeron para administrar aquí y ellos nos arrimaron. La familia al final se fue para allá. 
“Ahora vienen los candidatos y según esto se comprometen con el comisariado y el juez auxiliar pero se va el tiempo y no vuelven. Los campesinos querían cooperar de mil pesos para irla levantando pero no es suficiente, está muy caro el material. Yo apenas estoy sembrando, tenemos unos nogalitos, están chiquitos y le estamos echando ganas. Tenemos cuatro hectáreas pero sembradas con nogales una y media. Lo demás está ocioso”.

Isidro López dijo que antes tenía sus chivitas pero con la intensa sequía que se vive en la Laguna se acabaron también los animales.

Tras la cola del gato

Fernando Sosa Martínez nació en el ejido pero su amor por el conocimiento lo hizo un migrante a temprana edad. Después de estudiar y titularse como ingeniero agrónomo en la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro se fue a vivir a Michoacán. Tras su jubilación regresa por más tiempo a la casa de sus padres en Gatas Mochas, ejido sobre el cual da otras versiones sobre la denominación.

“Según hay dos versiones. Una de ellas dice que en una curvita vive una señora que iba al nixtamal y pasaba con muchos gatitos con la cola mocha, esa es la primera versión del porqué el rancho se llama Gatas Mochas. La otra es que ahí donde hay nogales había monte y cuando iban a la leña, a algunos les daba por cortarle la cola a los gatos, diablura pues.
“Según esto el rancho se llamaba Puerto Rico, pero antes de ponerle un nombre oficialmente al ejido, los ejidatarios decidieron ponerle Gatas Mochas en el Registro Agrario Nacional, en los papeles del ejido. Fueron los originales fundadores los que le pusieron el nombre”, sentenció Fernando quien además apuntó, aquí no se le buscan tres pies al gato. Ni las colas a las gatas.

arg


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