El defecto de las nuevas generaciones de periodistas es que no leen: Catón

Para el escritor, el periodismo puede considerarse un arte, una ciencia o una vocación, pero jamás debe desvirtuar su objetivo primordial que es informar con la mayor veracidad posible.

Armando Fuentes Aguirre, 'Catón'. | Especial
Jorge Maldonado Varela
Torreón, Coahuila /

El coahuilense Armando Fuentes Aguirre, conocido como ‘Catón’, es un apasionado de la lectura. Desde su infancia vio a los libros en cada rincón de su hogar y los convirtió en su pasatiempo preferido, y hasta el momento se considera un devorador de letras. 

Al estar en su juventud en la Ciudad de México, el amor al arte y su suerte lo llevarían a adentrarse en el periodismo, que se le presentaría vestido de crónica de ópera en Bellas Artes. A partir de ahí, de disfrutar el aroma del papel periódico con su nombre impreso, no ha dejado de lado su misión de llevar la verdad al prójimo. 

Catón ha sido considerado como el articulista más leído del país al aparecer sus escritos en más de cien periódicos y portales nacionales, sin embargo, todo a base del trabajo diario y del constante aprendizaje empírico que absorbió para ejercer su labor periodística de la manera más profesional posible. 

Para Catón, el periodismo puede considerarse un arte, una ciencia o una vocación, pero jamás debe desvirtuar su objetivo primordial que es informar con la mayor veracidad posible, sobre todo con amenidad hacia los lectores. Catón imprime siempre un toque de humor en su trabajo y en su vida cotidiana. Aun cuando reconoce que las nuevas generaciones de comunicadores están mejor preparados que los de antaño, al egresar de instituciones con estudios en periodismo, lamenta que los periodistas de ahora carecen del gusto por la lectura, algo que para su generación era indispensable, tal cual lo es la tecnología para el comunicador actual. 

“Los periodistas de hoy que egresan de escuelas de periodismo están mucho más preparados que nosotros. Nosotros aprendíamos el oficio sobre la marcha, no éramos profesionales del periodismo. Teníamos que aprender día con día nuestro trabajo, pero a cambio de eso nuestra tarea era mucho más romántica y de más entrega a la labor. No dependíamos de tanto ‘aparatejo’ como ahora”. 

“El defecto principal que veo en las nuevas generaciones de comunicadores es que no leen, es un gran problema. La lectura nos daba a nosotros un sólido basamento de cultura general que nos ayudaba a no tener faltas de ortografía, algo que ahora es muy notable en los jóvenes reporteros”.

Estilo El escritor y periodista, nacido en la ciudad de Saltillo, Coahuila, pone como primordial para un periodista que adquiera un estilo y escriba de la manera más amena posible, lo que será la base para que sus productos periodísticos sean leídos y sean identificados por los lectores.

“A un periodista se le lee, no porque escribe, sino porque escribe bien, sobre todo porque escribe con un estilo personal que permite a los lectores identificarlo a primera vista. Hay que hacer periodismo con amenidad, no hay que endilgarles aburrimiento, tedio ni pedantería, sino darles un motivo de alegría y de reflexión”.

¿Es el periodismo “el mejor oficio del mundo”?

Yo creo que el oficio que cada quien escoge es el mejor oficio del mundo si lo hace bien. Es un bello oficio el nuestro, pero hay muchos bellos oficios a los que el ser humano puede dedicar su vida. En mi opinión el periodismo es la vocación de llevar a nuestro prójimo la verdad, y es hacerlo con libertad y con responsabilidad.

Armando Fuentes ha escrito sobre la historia de México ¿cómo describe la historia nacional?

La historia de este país ha sido falsificada, se nos ha impuesto y hecho creer en una historia de buenos y de malos, una historia burocrática patrocinada por el estado que resulta una historia completamente falsa. Yo me propuse a realizar una nueva versión y escribí varios libros con el nombre de “La otra historia de México’’, en que procuro dar un acercamiento a la verdad que nos ha sido ocultada por el sistema del partido oficial que gobernó durante tantos años. Me di a la tarea de hacer una revisión de la historia y me propuse iniciar estos textos desmitificadores, en que los personajes de la historia ya no son estatuas de bronce y mármol, sino hombres y mujeres capaces de grandiosos hechos pero también de grandes mezquindades.

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