Mitos de Leyenda: Historia de los Aluxes en Yucatán

En la cosmovisión maya, éstas pequeñas criatura son asociadas a la protección de la milpa.

Leyenda de los aluxes de Yucatán. | Milenio Diseño
Ciudad de México /

El sureste del país, en especial Quintana Roo, Yucatán y Campeche, alberga una de las culturas herederas del México precolombino. Específicamente, en Yucatán se han asentado numerosas etnias de la familia maya.

Hasta el día de hoy, los mayas constituyen uno de los núcleos indígenas de mayor peso cuantitativo y cualitativo del México indígena. La cosmovisión del pueblo maya mantiene una relación con la naturaleza.


Dentro de esta cosmovisión, los mayas creen firmemente que en la naturaleza habitan seres cuya función es protegerla. Unos de estos seres son los aluxes y aquí te contamos su historia.

Historia de los Aluxes

Según el relato de la Secretaría de Cultura, los dioses crearon a los seres, pero dejaron criaturas incompletas, muy pequeñas, a las que nombraron aluxes. A estas, los dioses les advirtieron que nunca debían dejar el cielo, pues la luz del sol los convertiría en piedra.

Los aluxes, desobedeciendo a los dioses, bajaron a la tierra y durante la noche rieron y jugaron por doquier, desafortunadamente ya no pudieron regresar al cielo, así que corrieron a esconderse en las sombres antes del amanecer.

Noche tras noche los aluxes salían de sus escondites y comenzaron a construir las pirámides para poder regresar al cielo con los dioses, sin embargo, un día sin darse cuenta salió el sol y se convirtieron en piedra.

Los dioses decidieron ayudarlos y acordaron que por las noches recobrarían su vida. Desde ese entonces los aluxes salen todas las noches a jugar y cantar en la selva, es por eso que estos lugares son ruidosos.

Los habitantes que encontraban las figuras de piedra se las llevaban consigo para ponerlas en medio de su siembra, de esta manera, durante la noche los aludes cuidarían sus milpas, por esto se les conoce como los protectores de la milpa.

Según la cosmovisión maya, no son ni buenos ni malos, como cuidadores de la milpa pueden invocar deidades de la lluvia para ponerlos a trabajar a favor del milpero.



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