El 12 de noviembre de 1979 se instituyó en México el Día Nacional del Libro y 11 años después, es decir, en 1990, gracias al contador Jaime Martínez, abrió la Librería 'Otelo' en Torreón. Doris Romero, esposa de Jaime y actual propietaria, comentó que la tienda inició con ejemplares usados porque entonces se consideraba que un libro debía vivir su ciclo y ser compartido como un verdadero tesoro.
Nueva ubicación de Librería 'Otelo'
Con el intercambio y venta de libros para un comercio donde existen clientes leales, aunque no todos lo que se quisiera tener, Doris comentó que la librería, que se mantuvo por 22 años frente a la alcaldía de Torreón y otros 12 años más sobre la avenida Juárez, hoy estrena local en la calle Treviño 259, entre Juárez y Morelos, en la zona centro de la ciudad.
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Aunque la gentrificación pone en riesgo a estos negocios que persisten casi como un acto de rebeldía en tanto que los gobiernos activan planes para incentivar la lectura sin considerarlos pese a que el libro es el eje de su existencia, la historia de 'Otelo' a través de Doris persiste.
¿Cómo comenzó la librería 'Otelo'?
“Estuvimos 22 años por la alcaldía, antes de que estuviera la Plaza Mayor, y luego doce años en la Juárez, mi esposo Jaime fue el que ideó ponerla porque es amante del libro; él era enamorado del libro, un devorador. Era contador de un banco y cuando se jubiló decidió poner la librería porque tenía muchos libros en la casa, ya no tenía un trabajo, estaba pensionado y fue un éxito porque fue verdaderamente su vida".
"Empezó con tres anaqueles y se dio cuenta de que sí hay lectores, no los que quisiéramos pero sí hay. Comenzaron a intercambiar libros, a venderle y luego comprarle y así empezó a crecer. Los chavos que no leen no se meten mucho a la filosofía, pero compran historia universal, de México o literatura. Los que están en la escuela buscan de química, biología o medicina”.
Doris comentó que los muchachos que ya son lectores buscan a Freud, Nietzsche, Platón, Kafka, Cortázar o Camus, en tanto que las muchachas buscan poesía clásica.
"Mientras haya una persona que entre, aquí seguiremos"
Ella continúa con la librería porque por un lado cuenta con muchísimos libros, y por otro considera que su negocio es noble y hermoso.
“Tenemos una suerte que no cualquiera porque para poder tener esto se necesita haber pasado 32 años de cariño, de cuidado, de pasión y de amor a la gente como para regañarlos porque están dormidos y no leen. Cuando nos pidieron el local todavía teníamos muchos libros qué ofrecer y en lugar de cerrarlo e irme a la casa a ver la tele, seguimos aprovechando esta maravillosa experiencia de compartir la lectura”.
Doris sabe que las tendencias cambian. Que las personas que amaron los libros y los dejan en herencia quizá jamás imaginaron que éstos serían desechados porque hoy es más fácil vender una sala que un librero porque todos buscarán dónde sentarse, pero ya casi nadie tiene libros en su casa.
“Yo dejo los libros adrede en la mesa y me voy al mercado y no se roban nada. Uno que otro sí se lo roba pero es para venderlo, no para leerlo porque el que lee no roba, al menos libros no. A mí me da mucha alegría estar aquí pero luego me da tristeza que pasan chicos de la escuela con sus mamás y nadie se detiene. Pero mientras haya una persona que entre, aquí seguiremos”.
aarp