Los ciempiés pueden sustituir a los fumigantes en el control de plagas

Estos animales al ser depredadores mantienen en control a otras especies de insectos, como algunos tipos de larvas de escarabajo que pueden consumir las raíces de las plantas

Los ciempiés pueden ayudar a controlar algunas plagas que también afectan a los campos.
Mariana Coronado Mendoza
Guadalajara /

Para evitar el uso de fumigantes que por sus químicos puedan dañar los cultivos, el investigador del Centro Universitario de la Costa (CUCosta), Fabio Germán Cúpul, informó que los ciempiés pueden ayudar a controlar algunas plagas que también afectan a los campos.

Dijo, que estos animales al ser depredadores mantienen en control a otras especies de insectos, como algunos tipos de larvas de escarabajo que pueden consumir las raíces de las plantas, así como a los chapulines, saltamontes y grillos que se alimentan de plantas de maíz y hortalizas. Esto, lo hacen a través de sustancias de olores desagradables que expelen a través de sus poros corporales para repeler el ataque de algún depredador.

Germán Cúpul que desde hace cuatro años se ha dedicado a investigar a las poblaciones de ciempiés, agregó que estas especies, mientras mantienen libres de plagas a los campos de cultivo, pueden además servir de alimento para los mapaches, aves y reptiles, de manera que ayudan a cumplimentar ciclos biológicos.

Explicó que en Brasil, esta es una técnica que desde hace años se utiliza con algunas especies de ciempiés que miden entre 15 y 20 centímetros, las cuales aclaró, pueden propinar mordeduras e inyectar un veneno que provoca dolor localizado, inflamación y entumecimiento parecido al piquete de un alacrán, pero con efectos negativos únicamente para las personas susceptibles. Sin embargo, añadió, existen registros en Sudamérica y Asia, de algunas especies de tamaño grande que al morder han provocado el deceso de personas.

Además, el investigador detalló que a diferencia de lo que se cree, los ciempiés no tiene cien patas, sino entre 15 pares y 191 pares. Y su instinto, al ser descubierto por una persona, no es el de atacar, sino el de huir.

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