Francisco I. Madero y Venustiano Carranza fueron piezas clave para marcar la ruta de la democracia que se vive hoy en día en México, dos coahuilenses que pagaron con su vida la semilla para un cambio radical en las formas de gobierno en el país, que para finales del siglo XIX e inicios del siglo XX imperaba el llamado porfiriato.
La Revolución Mexicana que detonó en noviembre de 1910, resonó por más de diez años con diferentes batallas, rebeliones, traiciones y tomas de ciudades que generaron una debacle económica y social, con los ejércitos villistas, zapatistas y constitucionalistas de Carranza como los principales frentes.
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De acuerdo con Felipe Ávila Espinosa, ponente en el Diplomado de Historia Regional de La Laguna, todo empezó desde décadas de luchas previas como la independencia de Texas, la invasión estadounidense, la guerra de Reforma entre liberales y conservadores, luego los centralistas y los federalistas y la segunda la intervención francesa.
“No fue un acontecimiento espontáneo, fue un proceso de construcción de un proyecto de nación producto de muchos años de lucha previa, donde Coahuila toma un lugar privilegiado”, expresó el doctor en Historia por el Colegio de México (COLMEX).
Ya con Porfirio Díaz como presidente de México a partir de 1884 y su época dorada de 1890, aparece la figura de Francisco I. Madero con su rebelión que lo echaría del poder luego de tres décadas de reelección, ante la vejez de Díaz y la discrepancia entre grupos sociales.
“Era un gobierno que gobernaba a favor de las élites”.
“Hijo de una familia de las más influyentes de todo México, Madero era una persona atípica. Tiene educación privilegiada, se fue a estudiar a Francia y aún joven regresa a hacerse cargo de empresas familiares y él mismo hace esfuerzo por participar en los negocios familiares. Tenía su futuro asegurado, pero como empresario no podía ingerir como quería”.
El investigador especialista en el estudio de la Revolución Mexicana expresó que tras entrar a la política en 1904 y conocer la derrota, Madero se convence de que es complicado competir en lo local y decide crear el Partido Nacional Antirreeleccionista, además de empezar el libro “La Sucesión Presidencial” que termina en 1908.
“Comienza a repartirlos por debajo del agua. Un libro extraordinario. Lo describe como un régimen autoritario. Madero describe el mal y la forma de curar ese mal. Que hay condiciones para derrotar a Díaz con un partido nacional democrático. Estaba seguro que se podía derrotar. Cuando Díaz se entera que hay un libro que lo critica y no lo puede sacar de circulación”.
Como candidato a la presidencia, Madero hace la primera campaña política moderna en México, el primero que va a buscar el voto, en tanto, en plena campaña, en junio de 1910 Díaz lo ordena encarcelar y Díaz gana las elecciones.
Plan de San Luis
Al huir a los Estados Unidos Madero escribe el Plan de San Luis para llamar a la insurrección con gran apoyo de coahuilenses y triunfa. Se llaman a nuevas elecciones y toma el poder en noviembre de 1911, pero no lo dejan gobernar porque salieron muchas rebeliones. gobierna durante 15 meses hasta la decena trágica donde fue asesinado.
“Con el triunfo de Madero se abre una nueva etapa en la historia de México hacia un país democrático. Inició una etapa inédita en México, gobernó con las leyes en la mano, no trató de imponerse entre los poderes, respetó a los gobernantes, a los periodistas, no había persecución. Establece los cimientos para tener la democracia que hay hoy”.
Por su parte, Venustiano Carranza participó en la Revolución mexicana tras el asesinato de Madero y fue primer jefe del Ejército Constitucionalista. También fue gobernador interino y luego Constitucional de Coahuila y estuvo a cargo del Poder Ejecutivo por casi tres años.
Carranza actúa como jefe de estado y organiza un gabinete, dicta decretos, medidas militares. Busca unir en un solo poder a los ejércitos villistas, constitucionalistas y zapatistas en la Soberana Reunión de 1914, sin éxito por sus diferencias de ideales.
El 14 de septiembre de 1916 Carranza anunció la necesidad de convocar a un congreso constituyente para reformar la Constitución de 1857.
“Hubo personajes de la revolución, dos de los más importantes, Madero y Carranza, además de muchos generales coahuilenses, que imprimieron su sello a la revolución. Hay que reconocerle su talento para el manejo de las relaciones exteriores”, añadió.
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