“Agotados y desesperanzados, los trabajadores se fueron a dormir; parecía que no lo iban a lograr después de muchos intentos. Fue entonces que los ángeles bajaron, tomaron la Campana María y la colocaron en el campanario”.
Esta es una de las tantas leyendas que se cuentan para explicar cómo una campana de ocho toneladas pudo ser colocada a más de 50 metros de altura y a través de espacios tan reducidos, en la torre norte de la Catedral de Puebla.
Tanto la torre norte y sur tienen una longitud de 73 metros de altura, por lo que se considera que la Catedral de Puebla posee las torres más altas de América Latina, según lo explicó el presbítero Francisco Vázquez Ramírez, rector de dicho recinto religioso.
“La torre norte cuenta con 19 campanas de diversos tipos, dimensiones y peso, mientras que la torre sur no cuenta con una sola campana, debido a la falta de presupuesto en aquella época del siglo XVI”, señaló en entrevista.
Sin embargo, María, la campana principal, está llena de misticismo. Es tan grande que para hacerla tocar a través del badajo que pesa 300 kilos, se requiere de la fuerza de tres personas. Esta enorme campana fue construida en 1687 y se buscaron muchas formas para subirla al campanario.
En aquella época no existían ni la ingeniería ni las técnicas adecuadas para mover objetos de grandes dimensiones, por lo que a alguien se le ocurrió colocar un terraplén a modo de pendiente que venía desde donde hoy se encuentra el Paseo Bravo sobre la calle 5 Poniente, lo anterior para hacer avanzar poco a poco la enorme campana apoyados por unos troncos de madera, pero entre la lluvia y el cansancio de los trabajadores, el avance era mínimo.
Así pasaron semanas, pero un día, de acuerdo con la leyenda, cayó la noche y el guardia que vigilaba la Catedral se durmió, pero en sueños vio como los ángeles bajaron, tomaron la campana con sus manos y sin mayor esfuerzo la hicieron subir y la dejaron colocada.
Sin embargo, la actual Campana María no es la original ya que un siglo después fue remplazada. A decir del padre Francisco Vázquez, “con el tiempo y con el uso las campanas se fracturan y se tienen qué refundir. Se recupera una parte para construir otra campana, quiere decir, que en esencia está compuesta con aquellos materiales originales”.
María está construida de cobre, plata, bronce y oro; la alineación perfecta de estos materiales permite escuchar su sonido a grandes distancias: “Nos han reportado que a los 4 puntos cardinales se escucha con nitidez. En el norte hasta la Iglesia de la Soledad, pasa por Analco, por el Carmen y hasta el Paseo Bravo”, señaló el clérigo.
Las campanas de la Catedral resuenan tres veces antes de una celebración litúrgica, pero la Campana María solo es utilizada para ceremonias solemnes como algún jubileo, ordenaciones sacerdotales, entronización de un nuevo arzobispo o consagración de un obispo, entre otros pocos eventos especiales.
Tesoros en la Catedral
El estado de Puebla tiene un catálogo de más de 7 mil 500 recintos religiosos a lo largo y ancho de su territorio, pero la joya más preciada es la Catedral Angelopolitana, considerada como uno de los monumentos más importantes del arte novohispano.
Con una superficie de 10 mil metros cuadrados, la Catedral de Puebla tiene una capacidad para recibir a 3 mil personas. En su interior alberga cientos de maravillas, desde el punto de vista estético, arquitectónico, artístico, simbólico y espiritual. En ella se encuentran 14 capillas, tres naves: la del Evangelio, la Central y de la Epístola, el Altar de los Reyes, el Ciprés, el Coro, Capilla del Ochavo, sacristía, Baldaquino, órganos monumentales y, desde luego, la Campana María en el exterior, admirando la grandeza de Puebla, la Puebla de los Ángeles.
Por eso, alrededor del recinto hay muchos ángeles, quienes custodian lo que es considerada como la joya de la corona.
“A la mañana siguiente, los trabajadores creyeron que la Campana María había sido robada. Elevaron la vista y la vieron colocada, iluminada por los rayos del sol que anunciaban el amanecer”, señala esta leyenda que ha marcado a Puebla por siglos.
CHM