"¡Aquí estamos tus marineros, capitán!": despiden a Pedro; 'Tiger' se hundió por 'Otis'

Pedro Espinosa murió navegando con su yate que sucumbió ante las grandes olas del Océano Pacífico en Acapulco, Guerrero.

Sepultan a capitán Pedro Espinosa en Acapulco, Guerrero. | Diseño: Óscar Ávila
Rafael Montes
Acapulco, Guerrero /

“¡Aquí estamos tus marineros, capitán!”, grita un grupo de jóvenes, a manera de despedida. Son al menos tres veinteañeros que han colocado sus manos sobre el féretro metálico a punto de ser depositado en la fosa. Es el último adiós para Pedro Espinosa, el joven de 39 años que murió en el mar cuando el yate Tiger, que él comandaba, sucumbió ante la ira del huracán Otis.

La multitud de familiares y amigos rodea la caja que viajó en la carroza por todo el puerto de Acapulco, Guerrero, desde la colonia Juan R. Escudero hasta la salida de la ciudad rumbo a Chilpancingo.

Hombres y mujeres lloran desconsolados su partida.

“Ustedes saben que mi hermano era una buena persona, que siempre les regaló una sonrisa, un abrazo, y que se llegó a quitar su playera para regalársela, porque siempre fue un hermano, buen hermano, un buen amigo, buen esposo. Hermano entregado a su trabajo y aquí está la prueba. Mi hermano daba la vida por su trabajo y aquí está. ¿Por qué? Porque siempre quería lo mejor para sus hijos”, dice entre sollozos Anabel, su hermana.
Pedro Espinosa murió a bordo de su yate en Acapulco, Guerrero. | Foto: Rafael Montes

A lo lejos, su madre grita sin consuelo. Los niños también lloran. Todos se abrazan. La escena es triste.

Han pasado nueve días desde esa noche tormentosa en que el Tiger se hundió bajo las grandes olas del Océano Pacífico embravecido.

El marinero, Eduardo Canchola, subordinado de Espinosa, vivió. MILENIO lo narró. El joven logró nadar hasta la orilla luego de cinco horas a la deriva. Pero su capitán, su amigo, su compañero de navegaciones, no corrió la misma suerte.

El miércoles, un día después de la llegada del ciclón, su cuerpo apareció en las inmediaciones de la base naval, muy cerca de donde la embarcación intentó protegerse de las ráfagas.

Fue llevado al Servicio Médico Forense (Semefo) y como no tenía identificación, lo pusieron en una lista. Era el primero de esa numeración de víctimas.

Dan el último adiós al capitán Pedro Espinosa en Acapulco, Guerrero. | Foto: Rafael Montes

A pesar de que Anabel Espinosa, hermana del capitán, y su padre, Pedro Espinosa Vargas, acudieron al Semefo apenas pasó la tormenta para buscar al joven, ahí les negaron, una y otra y otra vez, haberlo recibido.

“Que no, que no había nadie con las características, decían que no, que habían salido tantos cuerpos, pero que no eran las características”, platica Anabel, mezclando el dolor y el coraje hacia el desdén del personal del Semefo.

Por eso, en sus manifestaciones sobre la Costera Miguel Alemán exigían a las autoridades realizar una búsqueda exhaustiva en el mar, con sobrevuelos, para saber si podría estar navegando a la deriva.

Pero su padre no se cansó. Y todos los días iba al Semefo a preguntar, con la foto en mano. Una imagen en la que aparece con el chaleco azul y gris que usaba en su trabajo. Hasta que el miércoles 1 de noviembre, al fin admitieron que Pedro estaba ahí.

—Cuando fueron a reconocerlo, ¡mi hermano estaba registrado como el primer rescate!—, revela, molesta, Anabel a MILENIO.

—¿En donde lo rescataron?

"Ahí en la base naval".

—¿Siempre estuvo ahí?

"Siempre estuvo ahí"

—¿Cómo les avisaron?

"Mi papá fue, insistió, y nuevamente llevó la foto del chaleco y fue cuando le dijeron que sí había una persona con esas características. Fue por el chaleco, porque no era común, era azul y gris y negro".

—¿Cómo te sientes? 

"Con una impotencia… ¡cuántos días no busqué a mi hermano! Y sin razón y fuimos a Semefo, preguntaba y no daban ninguna razón y de muchos, fue el primero que salió, el primer día y mi hermano allí estuvo todo el tiempo".
Hermano, vete tranquilo, yo luché y todas luchamos, papi, hasta encontrarte y lo logramos; yo no quería que regresaras así a la casa, papi", llora Anabel unos segundos antes de que su hermano, El Capitán, finalmente quedara bajo la tierra, luego de entregarle su vida al mar.

IOG

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