Una mujer asegura que el espíritu de un militar le prometió un tesoro con la condición de que sacara sus restos, que estaban enterrados en el terreno de su casa y los llevara al ejido Tacubaya.
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Al ser entrevistada, comenzó a relatar su historia. Cuenta corría el año 2004, ya pasaba de la media noche, en la vivienda marcada con el número 38, ubicada en la calle Decima, de la colonia Agua Nueva, en San Pedro, la luz ya estaba apagada y Guadalupe Flores, que estaba al cuido de su hija de 3 años, aún estaba despierta.
Dijo era una noche oscura, silenciosa, pero lo que estaba a punto de pasar en esa vivienda, nadie se lo imaginaba.
En medio de la madrugada, su hija le pidió que le diera agua, por lo que Guadalupe encendió la luz para llevársela y en eso, el ambiente de la habitación se comenzó a poner escabroso, se oían sollozos, pero la mujer no veía nada, aún y con la luz encendida.
Comentó que su hija le dijo que veía a un hombre de negro parado en el lugar, por lo que Guadalupe asustada y desesperada, volteaba para todos lados, sin lograr ver algo, aunque asegura que si escuchaba los sollozos.
Aunque no se sentía a gusto, la mujer apagó nuevamente la luz para que la niña se durmiera y relata que en determinado momento de la noche sintió que alguien se le subió encima, el peso era de consideración, pero no era todo, también sintió que le cortaban la respiración y rápidamente saltó de la cama.
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Ante esto, la menor también se despertó y volvieron a encender la luz, que se veía tenue, sin mucha iluminación y por fin pudo escuchar la voz claramente:
“Soy el general Rafael Quintanilla, originario del ejido Tacubaya, y tengo un tesoro para ti, para que salgas de pobre, pero antes que nada, quiero que saques mis restos que están enterrados en esta vivienda. Quiero que los saques y los lleves a sepultar a mi ejido, y el tesoro es tuyo", dijo el espíritu, aunque aún no lograba verlo.
Impávida, asustada, e incrédula a la vez, Guadalupe contestó:
“No quiero nada, lo que deseo es que nos dejes en paz, a mí y a mi familia”.
Al no aceptar la petición del mencionado general, comenzaron a pasar situaciones paranormales en la casa; se apagaban y encendían los focos, sollozos en noche, y situaciones a la que dice, ya se han acostumbrado.
Recordó que alguna vez alguien le dijo que pusieran tres claveles blancos y un vaso de agua en la habitación, por quince días, que con eso el espíritu se retiraría, lo hicieron, y se alejó un poco, pero asegura, que mientras sus restos estén ahí, el general seguirá insistiendo y ofreciendo su tesoro.