José Trinidad Carrillo Martínez, conocido como Don "Trini" es un personaje emblemático de la ciudad de Matamoros por su oficio de peluquero.
A sus 82 años se siente fuerte y al decir de los clientes que estaban en el lugar, nadie maneja mejor las tijeras que él.
En su local, ubicado entre la Niños Héroes y la avenida Carranza, durante más de 40 años, ha atendido a los clientes que acuden a cortarse el cabello.
Nació en el ejido San Marcos, de San Pedro Coahuila, el 7 de junio de 1936 y atribuye el haber llegado a los 82 años sano a comer bien y sus “frijoles y su caldito”.
A Matamoros llegó con su familia a los 7 años, cuando su padre decidió cambiar de residencia.
No terminó la educación primaria debido a que los maestros lo corrían por ‘peleonero’, "es que cualquier chamaquillo que me tiraba, pues luego luego, vamos recio, no me dejaba y los profesores me corrían, ya después mis padres me dijeron, tú no necesitas escuela, necesitas trabajo", expresó entre risas.
Fue así como su primer trabajo fue manejar el azadón en el ejido Olivares, donde ahora se encuentra Wet Laguna.
Lo que él ganaba todo se lo llevaba a su mamá, "ya que era la costumbre de llevarlo a la mamá y no al papá".
Pero duró poco tiempo en esas labores, "yo lo que quería era zafarme de esos trabajos, a los 19 años dejé de trabajar en la labor y me vine a la peluquería, pues un cuñado mío me enseñó".
Recordó que en 1956 empezó de aprendiz, "y el día 15 de enero de 1957, ya estaba ganándome 1 peso con 50 centavos, del primer cabello que corté, fue mucha la diferencia pues si ganaba 4 pesos en la labor durante todo un día, ese día me gané 4 pesos con 50 centavos y como para las 10 de la mañana, hice tres clientes y se los llevé a mi mamá y me dijo, ya te ganaste todo eso hijo, bueno Bendito sea Dios, así son las madres".
Desde ese tiempo a la fecha, "aquí me tiene atrás del sillón, aunque no en este local, empecé en locales ubicados en el mercado, luego me vine aquí en este lugar de la calle Niños Héroes, donde llevo unos 46 años aproximadamente".
Ha tenido experiencias singulares en este oficio, dijo este peluquero, cuya risa contagia y cuando lo hace las finas arruguitas enmarcan sus ojos.
"Un día, hace como unos 18 años, llegó un hombre y desde que estaba afuera me dijo, oye sabes cortar el pelo reglamentario, le dije que era el más fácil, entonces todavía cuando se subió al sillón, me dijo, que no se te olvide cortar el reglamentario, le digo no señor, se lo corté y cuando se miró, me dijo, ya me mandaste a la ching.... y le dije, no porque, usted señor se mandó solo, usted me ordenó que quería el corte reglamentario y este es".
Comentó que le explicó cómo era el reglamentario, "los hombres que andan en el ejército lo usan, pero él dijo, a mí se me hace que yo te baleo, mientras que tocaba una pistola que traía fajada y ahí yo empecé también a echar maldición y cuando le enjaboné la orilla del cabello, a la altura del cuello, tomé mi navaja pero la puse por el lado del lomo, en ese lugar, lo volteé al espejo, pero quien no está acostumbrado a mirarse, en el espejo se mira de filo y le dije, aquí se lo lleva....y quité su mano de la pistolita y la quitó y le dije y me va a pagar".
Expresó que lo acompañaba un hombre, "una madrina", y le dije, "mira él me está amenazando y yo con mi navaja le dije, ándele, págueme y así fue, lo acompañé a la puerta y todavía le dije, mire si quiere vivir unos días más, no ande amenazando a un peluquero, porque antes de que usted saque su pistola, usted ya es hombre muerto".
Fue de esta manera como transcurrió la plática, en la cual, Don Trini, platicó otras anécdotas interesantes que ha vivido en este noble oficio, que le dio para darle a sus hijos sus carreras.