Tradición en la elaboración y venta de piñatas en Lerdo

Alrededor de los años 60's, mujeres emprendedoras de la colonia San Isidro, comenzaron con la labor para el sustento de sus familias y enseñando sus conocimientos a otras.

Se estiman que actualmente, son alrededor de 20 familias que se dedican a esta actividad en el sector. (Rolando Riestra)
Isis Rábago
Lerdo, Durango /

Mujeres, hijas, madres y esposas de la colonia San Isidro, con la necesidad de tener ingresos para el sostén de sus familias, vieron en la elaboración de piñatas, una alternativa para salir adelante.

En la actualidad, se estiman que son alrededor de 20 familias que se dedican a esta actividad en el sector, pero en todas se distingue el liderazgo de una mujer. Desde hace aproximadamente tres generaciones empezó la proliferación de elaboración de piñatas, ahí las mujeres aprendieron a sacar moldes con alambre, hacer la mezcla exacta de un engrudo resistente para pegar el periódico, y principalmente el manejo del papel china, totalmente unas artesanas, que dedican tiempo, paciencia, y un trato delicado al material, para que al finalizar, el producto deslumbre con la combinación de los colores vivos y figuras, como es la cultura mexicana, con esos especiales manejos en los diseños, que se conforman con el movimiento adecuado de las tijeras para realizar cortes sutiles, que se reflejan en el trabajo final.

Quienes hoy en día, se sostienen de esta actividad, señalan que aproximadamente desde los 60´s, hubo tres señoras que al ver la necesidad económica de sus familias, y no contar con el apoyo de una pareja, iniciaron con el negocio, una de ellas, era doña Julia, quien ya falleció, pero aún se recuerda entre la colonia, pues se reconoce su intención de ayudar al transmitir su conocimiento a otras mujeres quienes también atravesaban por una situación económica difícil, y a su vez, estas fueron transmitiendo la técnica a las nuevas generaciones.

La señora Asunción, por su parte, fue otra de las emprendedoras de San Isidro, quien partió de este mundo, dejando a sus hijas e hijos, el valor del trabajo.

Actualmente aún permanece abierto el almacén en donde continúan fabricando piñatas, y elaboran hasta 45 en un día.

Al pasar el Libramiento Periférico, por la prolongación Allende, para ingresar a San Isidro, la primera calle es la Nicandro Valenzuela, al doblar a mano izquierda, se empiezan a observar en el exterior de algunas viviendas, el colorido de las piñatas colagadas al exterior, algunas vestidas, y otras sin vestir, como llaman coloquialmente para diferenciar de aquellas que solamente tienen el papel periódico, y otras que ya están terminadas.

ÉPOCA NAVIDEÑA

En la época navideña, las principales figuras son estrellas, canastas y renos los que se distinguen, también pueden hacer a pedido, como botellas de vinos para Año Nuevo.

Desde hace varias décadas, San Isidro empezó a tener una identidad por la elaboración de piñatas, esto también ha fomentado que la producción, sea cotizada en otros municipios, colocándose en los escaparates de los mercados de abastos de Gómez Palacio, Mapimí, Cuencamé e inclusive, también llegan a Juan Aldama, Zacatecas.

Son mujeres en su mayoría quienes realizan esta actividad, pero también en algunos casos, se integran hombres, principalmente sus hijos quienes desde niños las han visto trabajar para conseguir el ingreso familiar, así como también yernos, nueras, nietos y nietas, quienes representan la nueva generación, transmiten el conocimiento, y se depositan las esperanzas de que continúen con esta tradición mexicana.

ROSARÍA OLIVERA: SOY LA ÚNICA DE LA FAMILIA QUE CONTINUÓ LA TRADICIÓN

Rosalía Olivera Velázquez, mejor conocida como “Chaly”, tiene alrededor de 20 años elaborando piñatas, fue su mamá Teresa, quien empezó con el negocio en casa, y que le enseñó al igual que a sus hermanos a elaborarlas.

“Ahorita tiene 70 años, ella ya no puede, pero el negocio crece, y seguimos las que queremos trabajar”, expresó.

Actualmente es la única de su familia que continuó con la tradición, pues la actividad, como todas, también tiene contras, porque es complicado tener un espacio limpio, sin embargo, sus dos hijos y sus nueras también están involucrados, ellos la ayudan, principalmente durante la época navideña, pues aunque hace piñatas en casi todo el año, en estas fechas, es cuando más se incrementan los pedidos.

Durante las dos décadas que se dedica a este negocio, ha logrado hacerse de clientes que le compran por pedidos de cien, para llevarlas a vender a los mercados de diferentes ciudades que conforman la Región Lagunera. Para las fiestas de Navidad y Año Nuevo, por día llega a elaborar un pedido de hasta cien piñatas.

IRMA MIJARES: MI HIJO ES EL ENCARGADO DE PICAR EL PAPEL

Irma Mijares Pérez, desde hace 30 años, se integró al negocio familiar fundado por la señora Asunción, quien empezó hace alrededor de cinco décadas, sin embargo, actualmente junto con su familia manejan este negocio.

“Mi hijo es el encargado de picar el papel y hacer el armazón de alambre, y luego sigue mi hermana, la hija de mi hermana, mi hija Rocía y mi hija Fernanda”.

De sus siete hijos, cinco saben hacer piñatas, pero entre ellos, están menores que no pasan de 15 años. La principal satisfacción de Irma, es que las personas al llegar por una piñata, elogian su trabajo.

Entre los logros, fue el concurso que ganaron y que fueron hechas por pedido de una institución educativa de Lerdo, fueron alebrijes de múltiples formas y colores, los cuales representaron un reto.

También le han pedido piñatas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el de México, Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, las que más gracia le hacen, son las de stripers sin ropa, que suelen pedir para las despedidas de solteros.

CLAUDIA HERNÁNDEZ: HEMOS SACADO ADELANTE A LOS HIJOS CON ESTE TRABAJO

Claudia Hernández Hernández, tiene su vivienda por la calle Bravo entre Gabriel Ramírez y Juan Villegas, ella junto con su mamá, elaboran piñatas. Aprendió de una de la señoras que iniciaron con esta actividad en San Isidro, y a su vez, pasó el conocimiento a su madre.

Desde hace 20 años que se dedica a la elaboración y venta, y asegura que la principal motivación fue la necesidad del dinero, obtener el sustento para sus hijos y que siguieran estudiando.

“He pensado, que como nos hemos ayudado, mucha gente que vive alcoholismo, como yo, con un pariente, y luego me pongo a acordarme de otras mujeres que venden piñatas, y también, y de veras, como hemos sacado adelante a los hijos con la venta de piñatas”, enfatizó.

Clauldia Hernández se enseñó con la señora Julia, con quien acudió a solicitar trabajo a la edad de 12 años, con ella aprendió a vestirlas, después se casa, tres años más tardes, y deja de hacerlas, pero ante las situaciones de la vida, decide retomar esta actividad a los 27 años de edad, para beneficio de su propia familia. Son diferentes formas y tamaños de las piñatas que realiza, pues inclusive, puede tardarse hasta un día.