Su objetivo como especialista en salud mental es ayudar a las personas a que aprendan a escuchar su mente, al cuerpo y sus emociones, para obtener así respuestas a situaciones de conflicto desde un estado de paz, se trata de Liz Kanno, terapeuta con herramientas enfocadas al bienestar emocional.
Desde hace siete años, Liz invita a la gente a conocer sus emociones mediante un acompañamiento con modelos integrativos para un cambio de mentalidad, además de dar salida a procesos mentales que estaban guardados y que llegan a enfermar.
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Una de las metodologías que utiliza en su labor es la terapia de bioneuroemoción, sin embargo, es especialista en temas relacionados con las 5 Leyes Biológicas, Programación Neurolingüística, Hipnosis Ericksonianna, Mindfulness, Neurociencias, Educación emocional, Tanatología, Heridas de la infancia, Estudio del Árbol genealógico y Metafísica.
¿A qué se ha enfrentado Liz Kanno como mujer?
Como yo fui educada y el ambiente en el que me desarrollé, era normal asociar que la mujer no tenía las mismas oportunidades que el hombre en lo laboral o social. Llegué a ver a la mujer por debajo del desarrollo del hombre.
¿Cuándo cambia esa forma de pensar?
En esa parte de quererme desarrollar como mujer, hubo dos momentos importantes que me marcaron ese despertar, el primero tiene que ver con mi madre enferma y ver todo su proceso de enfermedad, y el otro con la disolución de mi matrimonio; hechos que me hicieron observarme a mí misma y a ver que tenía que hacer algo diferente al sentirme muy vulnerable como mujer, en la familia y en la vida; tenía una profesión pero no era mi pasión.
Cuando vi esas crisis personales, desde ese momento he tenido el contacto con mis partes más vulnerables, ahí nació la oportunidad de contactar con recursos que no sabía que tenía, me fortalecí, cambié de actividad laboral, estudié una carrera muy diferente. Fui indagando mi autoconocimiento con herramientas de crecimiento personal y descubrí que ser mujer va mucho más de un rol que se me había educado.
¿Qué tareas ha tenido en su proceso de crecimiento?
Entendí que ser diferente a los hombres no significa que sea menos, sino que aportamos otra visión, tenemos más desarrollada la parte de la sensibilidad emocional, contacto más profundo con otro ser humano. Descubrí que las mujeres somos más serviciales, tenemos mucha capacidad de intuición, de sentir nuestro cuerpo, de traducir ciertas percepciones, además de buscar siempre la unidad de grupo.
¿Considera que la mujer pasa retos constantes en un mundo mayormente machista?
Las mujeres nos enfrentamos al reto de recuperar nuestro lugar y nuestro poder, volver a confiar en nosotras, dedicarnos a proteger nuestra integridad, nuestra dignidad y nuestro valor como personas. Como mujeres, debemos recordar el gran poder que tenemos en nuestra forma de pensar y de sentir, ir cambiando la idea de que por ser mujer tenemos ventajas y desventajas, me gusta pensar que ser mujer aporta una visión única y especial, diferente a la del hombre, por lo cual es muy valiosa.
¿Cómo debe ser el estado emocional de una mujer?
Todo debe ser equilibrado. Debemos buscar como mujeres, primero, tener cubiertas ciertas necesidades emocionales, de sentirnos queridas, amadas, valoradas, reconocidas, lo cual empieza por uno mismo, tal como el proceso que viví de cambiar el significado. Antes yo buscaba que me valoraran, que me amaran o que me reconocieran, en mi proceso de transformación y crecimiento me di cuenta que como mujer tenía que darme a mí mismo y luego logré darlo a los demás. Todo esto da mucho equilibrio emocional, sé cuánto valgo y lo capaz que soy.
¿Es diferente el estado emocional en el hombre?
Completamente, por la misma naturaleza biológica entre un hombre y una mujer se percibe el mundo de manera diferente, incluso los cerebros tiene una diferente estructura tanto biológica como en los procesos mentales, pero eso no nos hace ni más ni menos, al contrario, cada uno desde su visión complementan muy bien la manera de conectar con el mundo.
¿Quién busca mayor atención emocional?
Anteriormente las mujeres acudían en mayor número a terapia, porque siendo mujer se facilita más el pedir ayuda, algo que no es tan desarrollado o permitido en el hombre, pero eso ha ido cambiando en los últimos tiempos, el hombre ya reconoce que requiere ayuda, que necesitan acompañamiento en los procesos emocionales, hasta tener mitad y mitad de pacientes.
¿Cómo cambió tu labor de acompañamiento en la pandemia por el covid-19?
La pandemia disparó una sensación de incertidumbre en las personas a nivel mundial. Al cambiar su entorno activan procesos centrales que requieren ser acompañados como la depresión, la ansiedad y miedos. La pandemia vino a enseñarnos que hay que atender también la salud mental y emocional porque es parte de mantener nuestro cuerpo sano.
Entre los retos que deja es establecer terapias a distancia pero siempre buscamos estar lo más cerca posible del paciente.
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