Un número importante de población duranguense prefiere emprender una mejor vida en zonas urbanas de México o el extranjero.
Contrario a esto, Abraham Fernando García Santillán, de 39 años, nacido en la Ciudad de México y egresado de ingeniero forestal por la Universidad de Chapingo, prefirió dejar la megalópolis e irse a radicar al municipio de Tepehuanes, Durango, con un total de población de 11 mil 605 habitantes.
La intención fue llevar su conocimiento y que beneficiará a los pobladores de las zonas serranas de la entidad.
Fernando tiene 10 años de radicar en este municipio, donde formó su familia y emprendió su propia empresa de consultoría, con la que ha desarrollado algunos proyectos en comunidades de lo alto de la sierra.
A lo largo de 10 años, ¿que ha permanecido y evolucionado en el tema forestal?
Creo que lo que ha permanecido es la necesidad de que la gente tenga los recursos para que pueda salir adelante con sus propios medios y ha continuado el que a pesar de las dificultades que han tenido en estos entornos, sigue existiendo gente buena.
A pesar y que la ciudad de México es una megalópolis, tiene una situación particular, vengo de una reserva natural, un pueblo que se llama San Miguel y Santo Tomás Ajusco y el contacto con ese lugar fue lo que me ayudó a sensibilizar y querer estar en el bosque, tal y como estoy aquí, donde es agradable y se vive bien.
Mi madre en especial quiso que estudiara y me guió para hacerlo en una universidad ligada al medio rural, ayudando a sacar adelante a la gente aprovechando sus recursos naturales.
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¿Qué considera que ha faltado para inculcar en las nuevas generaciones esta cultura del cuidado del medio ambiente?
Creo que ha faltado que las demás personas tengan una relación más íntima con Dios, con el que quieran, esa sensibilidad te permite ver más allá de tu nariz, tratando de que el bienestar no sólo sea de uno, sino también de otros. El querer que el amor a los demás ayude a que esas personas estén mejor y que se genere un lugar, un entorno con mucho mejores oportunidades.
Esto es un asunto de valores, soy respetuoso de la creencia de las personas, pero si te alejas de Dios, te alejarás de la sensibilidad hacia los demás. Los católicos hemos sido muy criticados, nací en esta religión, pero otras también buscan el amor por los demás, al prójimo y cuando esto pasa te preocupas porque el otro tenga trabajo, se desarrolle en su entorno, que tengan mejores oportunidades para estar ligados a un desarrollo que no tenga que ver con hacerle mal a otros. Es lo que yo veo en particular.
¿Cómo visualiza su futuro en la sierra de Durango?
En diez años más me veo teniendo la oportunidad y la capacidad de generar proyectos autosuficientes o autosustentables.
Me gustaría que la gente tenga la ambición de ser más productiva desde ellos mismos.
He impulsado otros proyectos de industrialización de la madera, de producción de mezcal y quisiera que estas iniciativas productivas florecieran. Tengo un despacho llamado Asesoría Técnica Forestal e Integral Jukgam (Significa “Sierra” en Tepehuano), que se encarga de asesorar a la gente, de apoyarlos en la comercialización y que esto genere un beneficio para todos, que se puedan desarrollar estos beneficios en todas estas comunidades en la sierra.
Ya hemos trabajado en comunidades como Escobar y Anexos, la Posta de Jihuites, parte de Guanaceví y Tepehuanes, en la comunidad de Lobos y Pescaderos, que es uno de los emblemas que yo siempre he trabajado porque han participado en los Servicios Ambientales Hidrológicos. Esto y más es lo que quiero aún lograr en beneficio de las comunidades y sus pobladores.