"Mi hija no es una cucaracha que pueden matar y hacerla a un lado"

La madre de Cecilia relata el proceso de tortura física y psicológica que sufrió su hija, antes de ser asesinada por su ex esposo, al que incluso le puso una orden de restricción y sigue libre.

Cuando sucedió el caso de Cecilia, aún no se trataba el protocolo de un feminicidio. (Rolando Riestra)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila /

Cecilia Aidee, su güerita, fue una niña normal. A los trece años aún jugaba con los vecinos de enfrente y con ellos conoció al que un año más tarde se convertiría en su novio.

Su mamá, Elena de la Fuente, no pensó que con ese muchacho, unos años más grande que ella, se casaría su hija quien a los 17 años tuvo su primer bebé.

Sin casa, la pareja se instaló en el domicilio de Elena y fue ahí donde notó claras agresiones, primero verbales con insultos que golpeaban emocionalmente a su hija. De la palabra, el agresor escaló algunos peldaños y Elena finalmente le pidió que se fuera de su casa.

“Mi güerejilla tenía 29 años cuando la perdí y me quedo con una víctima de feminicidio. Me quedo con los tres niños. Esto fue el 2 de octubre de 2014, hace cinco años y ha sido muy difícil. El gobernador hace un año empezó a proporcionar unos apoyos y, para lo que se requiere es poco. Yo le decía al gobernador ‘O como, o pago las deudas’, porque se fueron incrementando y el estado no soluciona la manutención de las víctimas”.

Elena, siendo viuda, debe resolver los gastos de escuela, comida e incluso de salud.

A un paso de tramitar su pensión y con sesenta años de edad, vuelve a asumir la maternidad luego de que un hombre le quitó la vida a su hija.

Elena dice que aún y cuando vivieron con ella, Édgar inició el maltrato.

“Nosotros como familia nos dimos cuenta. Lo corro a él de la casa y regresó prometiendo que iba a ir con psicólogo a tomar terapia de familia y le creemos. Se va Ceci a una casa que él comenzó a remodelar, de los padres, y Ceci se va con el niño más grande. Ahí empieza a dejarla encerrada, a dejarla sin comida. Se escapa Ceci, dura en mi casa 6 meses, regresa con él y ya después se queda callada, no me dice nada”.

Elena le dijo a su hija que volviera a casa, le ofreció un duplicado de llave que podría mantener a escondidas para poder escapar, le pidió ir un paso más adelante que su agresor, pero Édgar siendo constitutivamente más corpulento, logró su propósito, mantenerla llena de temor, sin embargo, la insistencia de su madre encontró eco y Ceci logró divorciarse... Parecía que por fin recuperaría su libertad y con ella su autoestima, pero la violencia de su ex marido continuó.

IDEAS DE ODIO

Elena menciona que Cecilia llegaba a su casa asustada, después de la sentencia de divorcio mantuvo la custodia de sus hijos y el juez familiar determinó la asignación de una pensión así como que ella y los niños se mantuvieran en la vivienda que Édgar les proporcionó como patrimonio.

Esto encolerizó a la familia del ex marido y fue la mamá de Édgar quien comenzó a cuestionar la ordenanza.

“Todo esto se lo digo porque Ceci me decía que quedaron en el acuerdo de que ella se quedaría en la casa con los niños, pero él llegaba a su casa enojado y le reclamaba con violencia y como es muy macho pues pensó en matarla”.

Cabe mencionar que en la fase en que se tramitó el divorcio, Cecilia pidió además una medida de restricción en contra de Édgar pues como ocurría con cierta regularidad, el hombre la había golpeado y maltratado, aunque ella sentía miedo, estaba asumiendo por fin una defensa.

“Nosotros hicimos la búsqueda, con los vecinos y los amigos de Ceci, con mis compañeros de trabajo y con toda mi familia. Le pedimos ayuda al presidente municipal. Total la encontramos hasta el día 5 y ya estaba ayudándonos el Ejército, de hecho ellos la encontraron y un sobrino mío la identificó".
"El ex esposo se perdió, no dio la cara, se evadió y luego apareció amparado y cuando en la Fiscalía él no quiso poner sus huellas lo detuvieron. Se le dio formal prisión pero él metió una apelación. Se la otorgan y el juez lo deja libre diciendo de Saltillo que se ordenaba que se repusiera todo el proceso, el juez lo deja libre incluso sin firmar la hoja de libertad. Abrieron la celda y salió”.

Sola y sin apoyo legal, Elena decidió cremar el cuerpo de su hija puesto que ninguna autoridad le dijo que no lo hiciera. Entonces no había mesa de feminicidios en el ministerio público, no tenían protocolos para este delito y nadie la asesoró.

“Son inhumanos, les vale lo que la gente pase: ‘Yo te integro la carpeta como dios me dé a entender y a la chingada, ya vámonos’. Mi hija no era una cucaracha a la que ya apachurraron y ahora sí, échala para un lado que ya se murió, no, no. De todo eso tienen qué responderme el gobierno, por eso, porque esto aún no termina porque él señor anda libre, y aquí hay corrupción porque a él le abrieron la puerta y salió”, finalizó.