Las huellas del aprendizaje sobre un nuevo oficio las lleva en las manos. José Rutilo Reyes dejó la carretera en medio de la pandemia y obedeciendo el instinto. Compró madera reciclable para construir casas de perros, escritorios pequeños para que los muchachos acondicionaran un rinconcito como sitio de estudio y hasta centros de entretenimiento para gatos y macetas.
Los dedos han sufrido lo suyo y una distracción le dejó un corte en uno de ellos y en otro momento se llevó una uña, pero junto a su hijo Jetzael, montó la carpintería que poco a poco ha ido creciendo y que llama poderosamente la atención debido a que hace un trabajo artesanal a bajo costo.
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"De lleno tenemos cinco meses, lo que es el tiempo de la pandemia. Pero desde hace un año comenzamos a comprar herramienta y trabajábamos los fines de semana la carpintería, yo soy operador foráneo pero a causa de la misma pandemia yo mismo me bajé y posteriormente se venció mi licencia y como no ha habido citas me dediqué de lleno a la carpintería, de hecho nosotros usamos pura madera reciclable, de pura madera de palets".
¿Dónde contactarlo?
El negocio ubicado en Quintas del Nazas, Canal del Sur 162, en Torreón, es emergente ante la crisis sanitaria, pero ha permitido la subsistencia de esta familia que se esfuerza todos los días, incluidos los domingos, en sacar los trabajos, algunos que no pensaban que les pedirían, como lo es un centro de entretenimiento para gatos. Los interesados les pueden llamar al 871 324 9264.
"El trabajo que hacemos ahorita es para gato, una casita de gato, pero también hacemos para perros; maceteros, sillas, bancas, todo entre lo rústico y de buena vista porque le damos un buen acabado. Aquí trabajamos mi hijo y yo, y a veces hasta mi esposa. Jetzael tiene 16 años, que él está en la preparatoria".
José dice que su hijo en la semana se conecta a sus clases y es cuando entra a apoyar María del Refugio, su esposa, quien también perdió el trabajo cuando el nuevo coronavirus dictó la pauta sanitaria y obligó a la población a mantenerse en casa. Ahora ella retoma la actividad laboral pero regresa a casa a las cuatro de la tarde y se pone a lijar la madera, barnizar o pintarla.
"En cuestión de trabajo esto sí va creciendo, hemos tenido trabajo gracias a dios y la gente va respondiendo, ahorita no hemos comprado más herramienta pero sí ha salido para el material y para subsistir".
Don José dijo que la casa para gatos cuesta 500 pesos a pesar de que se ve bastante amplia y entretenida. Una casa para perro de raza pequeña alcanza los 300 pesos. En suma salen más baratas que las de plástico que venden en los supermercados y es por ello que las veterinarias ya se fijaron en su trabajo y las piden para revender.
Sabe que es eventual y se debe observar la oportunidad, incluso en medio de la pandemia. Cuando llegue la temporada invernal piensa que podrá ser mayor el trabajo.
"Ahora para la escuela en casa nos pidieron escritorios. Hicimos varios y uno me lo pidió con todo y el banquito, porque ocupa menos espacio en un hogar y más en las casas de Infonavit y los hacemos en promedio de 450 o 500 según el tamaño. Son de ochenta por cincuenta".
José con todo y los golpes que se ha dado en las manos ha considerado dejar la carretera por los asaltos y los accidentes. La inseguridad en su trabajo lo hizo pensar en otro paisaje y ahora ante el covid-19, sabe que el taller de carpintería lo une a su hijo y su esposa y lo distancia del oficio que a los dieciocho años lo movió a conocer el país detrás del volante.
"Ahorita tengo 50 y si se calma el trabajo deberé pensar en otra cosa. Esto era lo que buscaba, estar en la casa, con mi familia. Aquí hay accidentes por descuidos pero hay que poner atención".
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