Don Cristóbal no pisaba su parcela desde hacía dos años. El control que ejercen los grupos criminales en Michoacán lo había orillado a olvidarse de sus tierras en El Aguaje, municipio de Aguililla. Muy tempranito el sábado pasado, sin embargo, don Cristóbal y su hijo se treparon a la camioneta para limpiar la maleza del callejón que lleva a la parcela. Antes de llegar, les explotó una mina.
Según José, el yerno de don Cristóbal, éste condujo hacia por el callejón que está a cinco minutos de la entrada de sus tierras. “Tenía la esperanza de trabajar de nuevo el limón”, dice a MILENIO. “Pero esa cosa les tronó antes de llegar. No se dieron cuenta de que la mina todavía estaba ahí”.
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Don Cristóbal, un campesino de 78 años, murió al instante. El hijo fue reportado grave, pero se encuentra en su casa. “Lo sacamos del hospital de Apatzingán porque no lo atendieron bien”, dice otro de los familiares. “Ni siquiera lo limpiaron. Mejor lo sacamos de ahí para atenderlo nosotros mismos”.
Vecinos de la comunidad cuentan que en Aguililla uno debe pisar con precaución. “Hay muchas minas por todos lados y la gente no se anima a trabajar sus tierras”, dice una vecina que, al igual que los familiares de don Cristóbal, reconoce que El Aguaje ha tenido días tranquilos desde que llegó el Ejército. “Ya no nos acordábamos de lo que era vivir sin miedo”. Por eso piden que se instale un destacamento militar: para que se busquen explosivos como el que provocó que muriera Cristóbal.
“Los militares deberían quedarse permanente”, dice otro vecino. “Ahorita está algo calmado, podemos salir a gusto a cualquier mandado o ir hasta a Apatzingán. Ya no hay problema de nada por lo mismo de que está el gobierno”.
Para otro de los habitantes de El Aguaje, lo urgente es quitar las minas y otros artefactos. “Así no podemos salir a trabajar. El gobierno tiene que ayudarnos”.
Minas en Michoacán, equiparable a un conflicto armado
La situación de las minas y explosivos encontrados en la zona de Tierra Caliente, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación y Cárteles Unidos se disputan la plaza, es equiparable a un conflicto armado.
México se convierte entonces, junto a Colombia, en el segundo país en América Latina donde grupos armados ilegales emplean minas antipersonales, pese a que su uso se encuentra prohibido por el Derecho Internacional Humanitario y la Convención de Ottawa. El texto fue suscrito por México en diciembre de 1997 y aplica para contextos de conflictos armados que, en teoría, no sería la situación en México.
En ese texto se detalla que una mina antipersonal es cualquier artefacto explosivo diseñado para ser colocado debajo, sobre o cerca de una superficie, concebido para explotar por la presencia, la proximidad o el contacto de una persona o un vehículo.
“Estas armas que matan o mutilan a cientos de personas cada semana, en su mayor parte civiles inocentes e indefensos, especialmente niños, obstruyen el desarrollo económico y la reconstrucción, inhiben la repatriación de refugiados y de personas desplazadas internamente, además de ocasionar otras severas consecuencias muchos años después de su emplazamiento”, dice el Centro de Memoria Histórica de Colombia.
El organismo gubernamental colombiano dice que el empleo de estos artefactos no es aleatorio, sino que, responde a una lógica bélica. Sin embargo, el hecho de que estas armas sean activadas directamente por la víctima, hace que sus efectos sean completamente indiscriminados.
A finales de noviembre pasado, en la 19 reunión de los Estados Partes de la Convención sobre la prohibición del almacenamiento, producción y transferencia y empleo de minas antipersonal, Gilles Carbonnier, vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), dijo que las necesidades de las víctimas de minas siempre deben ser la prioridad de las acciones.
“Es necesario satisfacer las necesidades crónicas de los sobrevivientes y de sus familiares –teniendo en cuenta el género, la edad y los factores que hacen a la diversidad– para permitirles una participación plena, igualitaria y satisfactoria en la sociedad”, dijo.
El CICR es una de las organizaciones con más activismo en la materia desde hace años. Hoy Michoacán es un campo minado.
“Pisar una mina a menudo matará o lesionará a una o más personas, con frecuencia niños, y tendrá consecuencias de por vida para las víctimas y sus familias”, se lee en la web de la organización. “La contaminación por minas deja sin uso vastas áreas de tierras valiosas, lo que compromete la producción de alimentos y destruye los medios de subsistencia. Las consecuencias del uso de minas antipersonal en las comunidades y los países a menudo duran décadas”.
dmr