Torreón nació grande, muy pronto tuvo bancos y consulados de muchos países, ciudad cosmopolita, arribaron colonos de Europa y Asia, de Norteamérica y de todos los rincones del país, Zacatecas nos mandó muchos de sus hijos y estos se hicieron laguneros al igual que todos los extranjeros que había llegado a buscar fortuna, teníamos una ciudad europea, moderna, amplia, bien trazada y con todos los servicios en el centro norte de México, pronto surgieron bellos edificios, sus calles iluminadas de noche y un tranvía que unía a la Comarca, una ciudad informada donde una prensa de primer nivel arropó con información local y foránea, una prensa que nació casi al momento que la ciudad.
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En casa no podíamos tener una suscripción a pesar de las promociones y ofertas que constantemente ofrecían, pero el domingo no podía faltar La Opinión en, era todo un ritual dominical, que empezaba con la compra del menudo, (que yo siempre pensé solo eran maíces con chile, cebolla y orégano, ya de grande supe que también debía traer trocitos de callo, panal y libro), en seguida ir a la esquina por La Opinión, mi padre tomaba la sección de noticias y editorial, nadie podía tomar el periódico antes que él, mi madre sociales, mis hermanos y yo nos repartíamos deportes y lo principal los muñequitos, que tenía que leerles a los más pequeños, a mi hermana la más chica se le tenía que releer varias veces más, y luego el momento importante ver la cartelera del cine para irnos a la matiné que tiempos señor Don Simón, podíamos ir tranquilos desde la colonia Bellavista hasta el Cine Palacio, frente a la Plaza de Gómez, yo el hermano mayor, de nueve años, cuidando a mis hermanos de seis y cuatro, sin ningún problema y miedo alguno.
Me ha tocado vivir la mitad de la historia de un periódico que fue el lazo de unión familiar, ya grande cuando me iniciaba como pintor recuerdo a mi madre hablando con la señora de sociales y reclamarle que no me entrevistaran, le decía que teníamos derecho pues teníamos 20 años comprando La Opinión, la señora le dijo amablemente lo planeamos “yo le aviso”, mi madre feliz regresó para decirme que ya había conseguido mi primera entrevista en Torreón y además en La Opinión.
Cierto no se hizo, un par de años después regresando de mi primera gira a Europa por fin entré a las páginas del periódico de la casa. Muy pronto conocía a aquella que había prometido la entrevista a mi madre, la señora María Luisa Ostos, enseguida conocía a Bertha Alicia Ochoa y con quien hice una bella amistad. Ángel Reyna apareció después, erudito del cine y amante del arte con quien hasta la fecha seguimos conversando de vez en vez pues los temas nunca se terminan.
Los tiempos cambiaron, hoy la información nos llega de muchas formas, más simples, más completas, instantáneas y sin embargo el papel tiene algo de mágico, romántico, el escuchar el crujir de las páginas, el hojear y sentir esa caricia que da el papel al tacto no tiene igual y hasta ahora no hay tecnología que supere, cuánto más nos durará este no enumerado placer...