Mujeres abrazan, preguntan y protestan por Mara Fernanda

Durante la manifestación frente a la Secretaría de Gobierno de Puebla, decenas de mujeres protestaron por el asesinato de Mara Fernanda y compartieron su indgnación por el feminicidio.

Las manifestaciones de cariño e indignación se observaron durante el mitín.
Moisés Ramos Rodríguez
Puebla /

Dolor ¿qué más se puede sentir? Bueno, también rabia, impotencia, pero miedo, mucho miedo, dice una mujer que abraza fuertemente a su hija por detrás. La joven abre desmesuradamente los ojos y toma, a su vez, los brazos de su madre.

Las dos mujeres miran la manifestación frente a Casa Aguayo: mujeres como ellas (y algunos hombres) protestando por el asesinato de Mara Fernanda. La madre respondía a una acompañante que le preguntaba qué sentía ante la noticia de la muerte de la estudiante.

Es sábado, es día festivo, el sol da con toda su fuerza sobre el piso empedrado de la 14 Oriente, donde también sienten su energía quienes llevan veladoras, flores, algunos carteles.

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Como los toreros a punto de salir al ruedo, las señoras, las hijas, las académicas, las artistas que han venido a la protesta, tienen las cejas muy altas, la frente arrugada y los ojos grandes. También tienen miedo.

Se abrazan unas a otras mientras ante el micrófono una de ellas recita: Mara Fernanda, asesinada; María Luisa, Bernarda, Patricia, Laura, Zary, asesinadas.

Y aquí la semántica sí importa, porque unas manifestantes gritan “¡Ni una más!” y otras, cerca de ellas “¡Ni una menos!”. Una oradora habla de mujeres muertas, y otra grita por un altavoz: “¡Fueron asesinadas…!”

Los carteles con consignas y protestas fueron dejados en el piso, sobre un negro plástico que parece noche, chapopote, obscuridad, ceguera: uno destaca porque fue llenado con letras rojas, y el color parece escurrirse hacia el arroyo vehicular.

Algunas mujeres que no conocen a nadie se acercan tímidamente, dejan sus flores y aguzan el oído para saber qué se dice. Siguen los abrazos. Los pocos hombres presentes se cruzan de brazos: no saben qué harán en el futuro del que hablan las manifestantes.

El sol brilla sobre la Ciudad de los Ángeles, sobre su traza antigua. Pero frente a Casa Aguayo, una nube negra comienza a gotear, como si quisiera contener lágrimas, como si hipara.

Lejos de aquí, los familiares de Mara seguramente lloran. Aquí las gotas hacen que comience a dispersarse la reunión de protesta con el anuncio de nuevas marchas hoy y mañana.

Se acaba el verano luminoso. Para la familia de Mara Fernanda, llega el invierno.

ESS

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