Su consultorio recibe a los pacientes con una ofrenda a los ancestros y a la Madre Tierra, los cuatro elementos representados con el agua, el fuego de una vela, el viento con un pluma de ave y la tierra con algo de arena; en el centro de la ofrenda está la imagen de un indígena de pueblo originario que representa a su linaje, sus abuelos.
“La Madre Naturaleza nos provee de todo lo necesario para vivir”, palabras de Martha Pico, nombrada abuela de tradición, una nahual que se dedica a sanar con medicina ancestral. Utiliza técnicas y conocimientos heredados a través de los pocos códices que han sido transmitidos de padres a hijos o de maestro a alumno.
Práctica se llegó a considerar brujería
Comparte que su actividad anteriormente se llegó a considerar brujería derivado de la cosmogonía o creencias europeas, de igual manera se relaciona con el chamanismo, sin embargo, ella se considera una nahual, quienes tienen la capacidad hasta de tomar formas de animales mediante una proyección mental.
“Somos nahuales, no chamanes, pero las personas por desconocimiento o miedo mejor utilizan la palabra Sámano que es realmente como se escribe. Chamán como palabra toma fuerza hace pocos años, allá por los sesentas, es una palabra importada de Siberia y significa “hombre de conocimiento”.
Asegura que las prácticas de usos y costumbres de los pueblos originarios conlleva algo más que hacer limpias, se trata del manejo correcto de la energía para llegar a sanar, una actividad que puede ser un don o también adquirirse con vasto conocimiento, sobre todo de la vida.
“Es un mundo mágico que tiene una respuesta lógica o científica. Hay cosas que todavía no podemos sustentar científicamente, pero todo lo que hacían nuestros ancestros era física cuántica”.
¿Qué hace un chamán?
“Se le llama chamán a aquella persona que tiene la capacidad de tener visión, que puede ir y venir de lo tangible a lo intangible, que puede hablar con los espíritus, tanto de las plantas, de animales y de personas. Ser chamán es estar en constante aprendizaje”.
Martha resalta que los hombres y mujeres trabajan con la herbolaria para inducir al otro de manera natural, conociendo lo que contiene la planta, a un estado alterado de conciencia sin la ingesta de la materia orgánica. Esto es posible a través del estado de ensoñación (como si estuviera soñando).
“No es hipnosis, lo que hacemos es que entren en un estado de ensoñación para resolver y ver más allá de lo que pueden ver con sus ojos humanos. Es parte de nuestra naturaleza. Las neurociencias nos aportan información sobre la capacidad que tiene nuestro cerebro para crear, pero aún estamos en pañales”.
En su experiencia, comparte que aquellas personas que logran tener habilidades para ver más allá de lo que ve el común de la población como los curanderos, hechiceros, chamanes o videntes, por lo general desatan su potencial y se abren canales luego de una vivencia traumática.
Su extraordinaria vida por linaje
Martha Pico creció en una familia con linaje de usos y costumbres con medicina ancestral, ya que su abuela paterna tiene orígenes del pueblo originario Pame, además de que su padre tenía dos hermanos que servían como médiums, mediadores entre vivos y muertos al prestar su cuerpo para que un espíritu tenga voz.
“La hermana mayor de mi padre fue espiritista desde muy niña. Por linaje traigo estos dones o diferentes capacidades. Vemos cosas que otros no ven, son cosas en forma de holograma y la luz no tiene brillo, es mate; con el tiempo distingues lo que es real y lo que no lo es”.
En tanto, a sus cuatro años de edad empezó a notar que escuchaba y veía cosas que los demás de su familia no percibían.
“La casa donde viví en Saltillo, por la Alameda, era muy antigua y se decía que había una señora que salía del zaguán y se metía al lavadero, hasta que un día me tocó verla cuando salía de un cuarto con vestido color lila’’.
El miedo no estaba presente en ella porque su padre siempre encontraba algún sentido lógico a los sucesos presuntamente sobrenaturales, lo cual le forjó un carácter con el que aprendió a controlar sus emociones y lo que llegaba a percibir.
Doña Tala, la huesera del barrio
Todo cambió cuando le presentaron a la señora Tala, la huesera del barrio en la zona Centro de Saltillo. Eran finales de los años cincuenta. A la mística mujer le dejaban encargada a “piquita” durante las mañanas.
Primero solo observaba los trabajos quiroprácticos que realizaba Tala, luego descubriría lo que sus manos y mente eran capaces de hacer.
“Las señoras de la limpieza me ponían las cruces. Un día mi padre me llevó con la huesera del barrio. Los primeros días solo me dejaba ver cómo atendía a la gente, pero luego me enseñó a manejar la energía, a sobar, a ser una huesera”.
Hablar con las plantas sin necesidad de cortarlas
Así aprendió a realizar bolitas de energía y a acomodarlas; hasta hablar con el espíritu de las plantas, a cómo decirles que la acompañen con el enfermo sin necesidad de cortarlas, sobre todo plantas de olor como epazote, romero, ruda o pirul.
“Mientras que un medicamento solo suprime los síntomas de una enfermedad, dentro del reconocimiento de la herbolaria es ir al origen del problema, que es el estado anímico de la persona”.
Un rayo que no la partió
Martha estaba por cumplir siete años de edad y un día acompañó a su papá al trabajo, era topógrafo. Al estar sosteniendo una señal tipo baliza en la calle de repente un rayo cayó sobre su cuerpo. Lo más extraño es que recibió el impacto sin la presencia de alguna nube, fenómeno que la ciencia describe como posible. La fuerza la aventó varios metros y quedó inconsciente durante diez minutos.
Entre la atención médica que recibió no se le apreció herida de salida ni quemaduras. Cuando le platicó a doña Tala lo que ocurrió, optó por cambiar la enseñanza que llevaba.
“Después de que me pegó el rayo fue mucho más estricta mi educación y el uso de mis manos. Quizá no fue muy bueno porque me dejó una lesión cerebral, pero también fue algo maravilloso porque me dejó el poder hacer cosas distintas, al mover mis manos se movían las nubes, a mi canto se movían las estrellas, podía dirigir el viento, a ser tiempero o granicero”.
Quitar, no poner energías
“El pensamiento es energía y cuando le pones una intención dirigida puede afectar el centro de una persona”, comparte Martha respecto a las malas energías que pueden transmitirse a las personas, sobre todo a las vulnerables mentalmente.
A sus 16 años de edad perdió a su padre, presuntamente luego de que alguien le provocara una enfermedad. Martha aún no contaba con las habilidades para quitar ese tipo de males y no pudo hacer nada. Ahora está convencida en que su labor está enfocada sólo a sanar al prójimo, nunca afectarlo.
“Yo me comprometí conmigo misma y con la divina presencia a quitar, nunca de poner. Desafortunadamente estamos exportando determinadas técnicas que no se usaban en México, como el vudú de África, la magia egipcia, la santería, lo que ha ido cambiando los libros de cocina que servían a los hombre y mujeres medicina”.
Prestó servicio durante casi 18 años en una estancia de salud donde atendía con masajes quiroprácticos hasta diez pacientes por día, lo cual para ella era como ir a una biblioteca donde obtenía conocimiento a base de las experiencias de los demás, y era ahí cuando Martha Pico aprovechaba para sanar.
“Me siento bien conmigo misma, quitar y no poner me trae mucha paz. Estoy convencido de que fue la mejor elección que pude haber hecho. Así como he triunfado he fracasado, pero he aprendido mucho”, añadió.
aarp