A finales de la década de los ochenta, se hizo famosa una banda delictiva, o más bien una especie de culto liderado por Adolfo de Jesús Constanzo, el cual estuvo involucrado en la venta de drogas, secuestros, asesinatos y sacrificios para rituales en Tamaulipas, y en ese entonces se decía que el caso sólo tenía comparación con el de Charles Manson.
El caso salió a la luz en 1989 cuando la policía de Estados Unidos investigaba la desaparición del estudiante texano Mark Kilroy y encontró su cuerpo, junto a los restos de otras 14 personas en rancho de Santa Elena, en Tamaulipas, a unos kilómetros de la frontera con EU.
La Opinión dio a conocer la noticia en 13 de abril de 1989 y gracias a la hemeroteca de MILENIO, fue posible encontrar el reportaje a una plana fechada el 14 de abril, en donde se detalla el modus operandi de la secta, los implicados, así como los rituales que realizaban.
Lo que parecía ser un retén de rutina sobre la carretera federal en la salida de Matamoros a Reynosa, condujo al descubrimiento de sacrificios humanos cuando Helios Hernández, uno de los involucrados, no se detuvo ante las señales de alto, lo que emprendió una persecución que condujo al rancho de Santa Elena.
El hallazgo
En el lugar, autoridades hallaron los cadáveres del estudiante y otras 13 personas que murieron por golpes de machete o martillo; otros habían sido mutilados o se les había extirpado partes del cuerpo, como el cerebro o el corazón. También se encontraron calderos (cazos), velas, teteras llenas de residuos humanos y huesos de animales.
Al momento se detuvieron a cuatro personas, pero posteriormente y en colaboración con policía de Estados Unidos, la Fiscalía General de la República (en ese entonces PGR) detuvo a más de una decena de hombres y mujeres pertenecientes al culto y que declararon haber matado a 14 personas para "protegerse de sufrir daños".
Los jefes de la banda eran Adolfo de Jesús Contanzo, conocido como el Padrino, y Sara Aldrete, la Bruja quienes lideraban el tráfico de más de una tonelada de marihuana por semana a EUA, y realizaban rituales en las que junto a más de una decena de seguidores, hacían rituales en los que torturaban y asesinaban para posteriormente preparar con varios órganos de sus víctimas una poción en los calderos que los hacía "invencibles" a cualquier mal.
"Creían que al beber la poción obtendrían un escudo mágico para protegerse del mal", dijo en ese entonces el fiscal y aseguró que las ceremonias tenían tintes de Santería cubana; cabe destacar que Contanzo tenía ascendencia de esa nacionalidad.
Entre las víctimas había hombres y mujeres de diferentes edades, así como de nacionalidad mexicana y americana.
Búsqueda de El Padrino y La Bruja
Luego de tres semanas de permanecer prófugos, los líderes de la secta fueron capturados en la Ciudad de México, no sin antes protagonizar junto a sus seguidores un enfrentamiento con los policías.
La banda contaba con armas AK47 con las que intentaron repeler el operativo, sin embargo, al ver que no tenía salida, Constanzo le pidió a uno de sus fanáticos que lo matara para no ir a la cárcel; una vez que este asesinó al Padrino, se suicidó. Unos murieron en el encuentro y otros, fieles a sus creencias, salieron creyendo que eran invisibles y podrían escapar, pero fueron abatidos por la policía.
Sara, la Bruja, la única sobreviviente del tiroteo, fue acusada y declarada culpable sólo del delito de encubrimiento, por lo que le dieron 50 años de cárcel.
La doble vida de Sara
Un perfil que realizó el estado de Illnois en 1989 en base a diferentes testimonios, y el cual fue recuperado por MILENIO, daba a conocer que Sara en ese entonces tenía 28 años y era una estudiante respetada de la Facultad Texas Southmost College que soñaba con un título para enseñar educación física. Además estudiantes afirmaban que usaba collares metálicos y no dejaba que nadie los tocara.
"Conocida también como La Sacerdortista, tenía una vida en Matamoros, con esta gente involucrada en el narcotráfico y las adoraciones, y también tenía otra vida aquí en los Estados Unidos. Ella era una estudiante de la ISC, con todas sus actividades deportivas y con su nombre en la lista de estudiante. Aquí sus amigos se sorprendieron mucho sobre lo que hizo".
"Sara Alderete lograba el enganche de las víctimas aprovechándose de su belleza y personalidad anglosajona", detallaba el periódico.
Sgg.