La familia de Aureliano y Ramiro Torres ha tenido sentimientos encontrados en las últimas horas, en las que se presentó el accidente que dejó a 10 mineros atrapados en el municipio de Sabinas, en Coahuila.
Al principio, creyeron que los dos estaban dentro del pocito de carbón, cuando hubo un derrumbe y se inundó, pero después tuvieron buenas noticias: Aureliano no había entrado. Desgraciadamente, Ramiro sí.
María Luisa Sánchez es abuela de ambos y los espera en su casa confiando que Ramiro saldrá con vida.
Reconoce que poco a poco se hace más difícil la espera, sobre todo porque las últimas noticias son de que siguen drenando la mina, “pero todavía no hay nada”.
Su familia ha trabajado en la minería desde hace mucho, pero Aureliano y Ramiro tenían dos semanas de empezar a trabajar en la de Villa de Agujitas.
“Ellos tenían dos semanas apenas de estar trabajando en esa mina, no tenían mucho tiempo. Ellos siempre se han dedicado a la mina de carbón, siempre, yo siempre les decía: deja eso, te vas a venir quedando ahí. Pero la necesidad de ganar un peso más hacía que estuvieran trabajando en las minas, ya tenían un tiempo en otras partes pero apenas tenían dos semanas ahí”, explicó.
Ramiro tiene 24 años y su abuelita lo describe como un muchacho trabajador que la cuida y procura cada día.
“Nunca anda en problemas, va de su trabajo a su casa… (Recuerdo) su cariño para mí, como abuela, todas las noches viene a darme la vuelta, todas las noches, lo extraño de verdad, porque él es bueno conmigo”.
“Primero Dios, tengo la confianza (de que todo saldrá bien), Dios va hacer algo por mí, Dios es bueno y espero en Dios todas las cosas”.
Doña María Luisa estuvo la noche del accidente afuera de la mina y ahora espera noticias desde una humilde miscelánea que atiende a un lado de la casa de su hija y nietos, en una zona conocida como "El Rincón", en la colonia Chapultepec, en la comunidad de Nueva Rosita.
En este lugar las calles aún no han sido pavimentadas y la pobreza se observa hasta en los huesos marcados de las mascotas, perros y gatos que merodean.
Al preguntarle si confía en que las autoridades harán todo para rescatar a su nieto y el resto de sus compañeros, la amable abuelita recuerda que, en este momento, son las únicas que pueden hacer algo.
“Son las únicas que pueden echarnos la mano, les diría: mucho éxito y que Dios los bendiga. Esperamos que todo salga bien”.
EHR