Para La reina del albur, Lourdes Ruiz Baltazar, lo grande es grande y lo chico prestas… Y así lo dice sin disimulo, al fin que los reporteros siempre traen el te…pito en la boca.
Clara, reivindica al barrio bravo, donde nació. Presume haber estado recientemente en España y Dinamarca, donde impartió talleres y diplomados como los que aquí ofrece en la Ciudad de México; a los españoles les reclama que ya no se caguen en su madre y se caguen aquí, señala pícara la parte baja de su cuerpo.
Lourdes es una mujer cincuentona, madre de una hija de 16 años, a la que siempre le dice “cómo se te fue este día, hija”; con su sonrisa, inauguró la primera Feria del Albur, que se realiza en Tlatelolco.
Ella es todo un albur y en su puesto de ropa en las calles de Aztecas y Bartolomé, en Tepito, grita fuerte “qué talla, qué talla va a llevar, grande o chica, la talla que usted quiera, quien la agarra, la agarra y quien no, pues se le resbala”, dice en conferencia de prensa.
La feria durará tres días y en la sala de exposiciones se ofertan garnachas, artesanías, cerveza artesanal, juguetería erótica, calzoncitos con un gato y pulque; curados de todo tipo… “Agárremela jefa, agárremela…”, grita alguien al paso. Estamos en la Feria del Albur y “el que se lleva o entra a ésta: se aguanta…”
En su primer día la Feria del Albur recibió a hombres y mujeres que llegaron con ganas de divertirse en los duelos parejos y no parejos que, parados, sin albur, disfrutaron.
Se le pidió a La reina del albur, título que ostenta desde 1997, una definición del término: “La misma vida es un albur… dentro de ocho días mejor te doy una buena explicación”. Mucho de lo que sabe lo aprendió de su abuela, también tepiteña.
A los maestros de la CNTE les pidió “que le den duro a las clases….” y esboza una sonrisa, para de inmediato soltar la carcajada.
También se va contra Donald Trump: “Él sin el chile no podrá hacer nada”.
Dice que para los albures los chilangos estamos puestos, y todo lo aprendemos a bordo del Metro o de los microbuses: “Somos muy aventados, no estamos tristes, yo digo que tristes los pendejos…”. Se carcajea sin soltar el mandil que porta con orgullo.
Recuerda a la décima musa cuando dice que el albur en realidad no es algo nuevo, ella tiene unas coplas donde dice: “No te des a las congojas por más mal que vayan las cosas, no aflojes el tamal aunque te jalen las hojas, no hay más”.
Se disculpa por lo dicho y agrega: “De pequeña más de una vez me lavaron la boca con jabón… pero el albur no es para vulgares”, y pide a las mujeres que le echen ganas en la vida, “por delante y detrás, échenle… con el albur no pasa nada”.