En su misión por ganarse la confianza del crimen organizado, el obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández, tendrá que dialogar con una decena de bandas delictivas, policías comunitarias y autodefensas, a quienes deberá convencer de que su intención no es operar a favor de ningún grupo, como acusaron a su antecesor.
MILENIO publicó una entrevista con el obispo de la diócesis, quien a casi un mes de asumir el cargo dejó clara su intención de hacerse amigo de los grupos criminales que operan en la zona donde él deberá trabajar, por lo que anticipó que esta misma semana planea visitar la sierra esperando que los líderes se interesen en encontrarse con él.
Pero la misión no es fácil. Aunque la semana pasada el coordinador de la Policía Comunitaria de Heliodoro Castillo, Salvador Alanís Trujillo, dio la bienvenida al nuevo obispo y dijo que puede subir a la sierra cuando quiera, pesan las referencias de su antecesor Salvador Rangel, quien tenía una orden de detención para ser sujeto a reeducación, pues se le acusaba de haber tomado partido a favor del Cártel de la Sierra, cuando se generó la pugna por el corredor que va de Filo de Caballos a Tlacotepec.
La Diócesis Chilpancingo-Chilapa comprende inicialmente a las regiones centro y Montaña en su parte baja, pero alcanza algunos puntos de la región Norte y Tierra Caliente.
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Así, en el área que atiende el obispado a cargo de José de Jesús González se ubican municipios como Chilpancingo, Chilapa, Quechultenango, Mochitlán, José Joaquín de Herrera, Leonardo Bravo, Heliodoro Castillo, Juan R. Escudero, Iguala, Cocula, Huitzuco de los Figueroa, Taxco de Alarcón, Pilcaya y Teloloapan, principalmente.
Por lo que el obispo deberá encontrarse con los distintos grupos que operan en esta zona. Como “Los Ardillos”, posicionados desde hace más de una década en el circuito Río Azul y la Montaña baja; algunos remanentes de “Los Rojos” y “Los Tlacos” que controlan los corredores que van de la Sierra (Helidoro Castillo) hacia Tierra Caliente, Zona Norte y región Centro; “Guerreros Unidos (GU)” que operan parte de la región Norte de la entidad, principalmente en Iguala; “La Bandera”, que disputa el control de Iguala con GU y “La Familia Michoacana”, asentada en la parte de región Norte que colinda con el Estado de México y en la Tierra Caliente, particularmente en Arcelia.
Además de las organizaciones delictivas, en la zona de influencia del obispado que atiende González Hernández desde el 19 de abril, se mueve una cantidad importante de organizaciones que se asumen como policías comunitarias, pero que se les identifica más como grupos de autodefensa.
Entre ellas se encuentra la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), que ha sido víctima de varios ataques en la base de Buena Vista; el Frente Unido por la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG); la Policía Comunitaria de Pueblos Fundadores (CRAC-PF), asentada en Rincón de Chautla municipio de Chilapa, la Policía Comunitaria de Heliodoro Castillo (PCHC), la Policía Tecampanera de Teloloapan y Comunitarios por la Paz y la Justicia.
Algunos grupos de autodefensa son considerados como parte de organizaciones delictivas, como la Policía Comunitaria de Heliodoro Castillo, a la que se relaciona con “Los Tlacos”, o Comunitarios por la Paz y la Justicia, a la que el Consejo Indígena y Popular acusa de ser en realidad parte de “Los Ardillos”, incluso, a la Policía Tecampanera de Teloloapan se le ha relacionado con un remanente de Guerreros Unidos.