Con la Iglesia Catedral llena de fieles católicos, el obispo de la Diócesis de Tampico, José Armando Álvarez Cano, celebró el día en que fue instituida la Eucaristía, fiesta cristiana que abre el triduo pascual, donde se conmemora la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración en el huerto de Getsemaní.
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Según relata la Biblia, la Última Cena fue el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos antes de su muerte.
“Tenemos muchos temas para reflexionar porque celebramos momentos muy especiales y muy grandes en nuestra fe. Este jueves Santo, celebramos el día en que Jesucristo instituyó el sacerdocio, el día en que instituyó la Eucaristía porque fue la última cena, el día que nos dio el mandamiento del amor como la norma, la regla y el camino de nuestra vida cristiana".
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"Y sobre todo el día en que Él hizo el signo de todo cristiano, el servicio humilde a los hermanos, y todo eso, sin duda, nos llevaría a reflexionar lo que esto significa para nuestra vida cristiana”.
Durante la homilía, el obispo Álvarez Cano, dijo que una de las cosas que nos llevan a reflexionar está en dos pequeños pensamientos para la vida de cada día.
“En el detalle de San Pedro; Jesús, sabiendo que había llegado la hora, es decir, sabiendo que iba a morir, que estaba a punto de entregar su vida, quiso dejar un signo muy hermoso y nos dice que se quitó y se puso una toalla para empezar a lavar los pies a sus discípulos; sin duda pasaron varios antes de llegar a San Pedro y nos dice que él le dijo 'Señor, tú a mí no me vas a lavar los pies, tú no vas a hacer eso conmigo nunca' y esta actitud refleja su duda, a veces el orgullo y la soberbia, a veces nos gusta servir pero la humildad se refleja también cuando somos servidos”.
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Tras la explicación del pasaje bíblico, el obispo de la Diócesis de Tampico, José Armando Álvarez, lavó los pies de los 12 apóstoles que en esta ocasión fueron representados por jovencitos para enseguida bendecir el pan.
“Cristo nos enseña que el seguidor es el más grande ante los ojos de Dios. Pidamos hermanos, en esta tarde de este jueves santo, que el Señor nos conceda la humildad que necesitamos para nuestro corazón; pidámosle que nos dejemos transformar por Él para que no pongamos esa barrera como Pedro diciendo, 'Señor tú a mí no me lavarás los pies jamás, y quitemos de nuestros corazones esas barreras que impiden que el Señor realmente nos transforme”.
EAS