A Carmen Romero Rubio, la segunda esposa de Porfirio Díaz se le atribuye ser la impulsora para que el Presidente de la República trajera a la margen derecha del Pánuco, las obras que posicionaron al puerto.
Sin embargo muy pocos saben que fue la suegra del general, Agustina Castelló de Romero Rubio quien en verdad incentivó a este desarrollo, aprovechando el respeto y la influencia de Porfirio hacia ella.
Muchos de los proyectos que se dirigieron para la zona, no estaban planeados así, pero el carácter y la paciencia de la doña Agustina lograron que el Presidente invirtiera y promoviera a Tampico como un polo de desarrollo.
Según el antiguo cronista de la ciudad Marco Antonio Flores, fallecido en 2019, todo esto le abrió las puertas al mundo y aún hoy es palpable. Actualmente muchos de estos proyectos, principalmente el sistema portuario y ferroviario, siguen siendo productivos para la región, mientras que el registro arquitectónico de la ciudad, hace evidente la época del porfiriato en esta parte de la Huasteca.
Tampico desarrolla en ese tiempo en el estilo arquitectónico que aún prevalece, principalmente en el Centro Histórico con un “estilo europeo con elemento afrancesado”, como en el edificio Sounders, la Casa Gándara, La Campa, las estructuras federales de Correos y Telégrafos, mientras que en otras zonas como El Águila o Madero, sigue más un estilo inglés o “eclectisismo victoriano, como la Iglesia Angelicana”.
Pero todo ese desarrollo “se lo debemos a doña Agustina Castelló. Cuentan que Doña Agustina cuando quería algo para la ciudad le decía 'Fidio, quiero esto para Tampico”.
El entrevistado relata que existen documentos que eran dirigidos a ellos, y ella conseguía la firma de Porfirio.
“Por ejemplo, según los estudios profesionales, la Aduana Marítima estaría en donde ahora es la colonia Galeana de Ciudad Madero. También la peleaba Veracruz. La Cámara de Comercio le pidió a Doña Agustina que convenciera a Porfirio y este finalmente accedió y decidió ponerla donde la conocemos, en Tampico”.
Tras el casamiento de Porfirio y Carmen, el ex lerdista Manuel Romero Rubio arropa a su yerno Porfirio con los científicos, y es afrancesado, de ese modo que él (Porfirio) agradecía a su suegra con beneficios para Tampico, explica el cronista vitalicio.
“Eso nos enseña que hay que pretender a respetar a la suegra, y esta era Huasteca, una mujer de carácter fuerte”.
Fue tan importante el impulso de la presidencia que provocó el verdadero auge petrolero en la zona, que atrajo a miles de inversiones, comerciantes y familias que dieron un crecimiento real a Tampico.
El reconocimiento que no llega
Existió en algún momento la intención de lanza la propuesta para recuperar una placa alusiva, pero no para Porfirio, sino para Agustina Castelló de Romero Rubio, donde se reconociera a quien realmente atrajo los proyectos para la ciudad y su región.Para todos los tampiqueños fue tangible la mano de Porfirio, sin embargo todos sabían que era Doña Agustina quien en realidad trabajaba en convencer a su yerno en detonar su tierra.A principios del siglo pasado se tomó un acuerdo de colocar una placa de agradecer todas las obras del puerto, así como una escuela con su nombre que luego fue teatro, hubo mucho reconocimiento, pero cuando tumbaron las casas se perdieron dos placas, incluyendo la de Manuel Arana. Porfirio Díaz inclusive tenía una mayor fascinación por Tuxpan, donde veía un gran potencial, sin embargo Doña Agustina fue quien lo convenció de dejar el desarrollo para Tampico, “Contra los deseos de Porfirio Díaz”.