La temporada invernal y los frentes fríos son eventos que pueden verse afectados por fenómenos como la oscilación ártica (u onda ártica), mismo que, entre otras afectaciones, puede desencadenar descensos en la temperatura.
A principios de febrero, una onda ártica potenció los efectos del frente frío número 28 y ciertas tormentas invernales. Ello ocurrió porque el frío del ártico descendió hacia Centroamérica, de manera que afectó a nuestro país, pero ¿por qué ocurrió esto?
¿Qué es una oscilación del ártico?
Una oscilación del ártico es un patrón en el que la presión atmosférica, en las latitudes polares y medias, fluctúa entre dos fases, que implican corrientes de aire, de acuerdo con el Centro de Predicción Climática (CPC) de Estados Unidos.
Fase negativa
La fase negativa se refiere a una presión más alta de lo normal sobre la región polar, así como una presión más baja de lo normal a unos 45 grados de latitud norte.
En ésta fase, el viento de la zona se frena y permite que el aire frío cruce del polo norte hacia el oeste de Estados Unidos e incluso hacia Europa, según el CPC.
Fase positiva
En la fase positiva ocurre una situación contraria, puesto que las corrientes de viento son fuertes en el norte del planeta y limita el aire frío del Ártico a esa zona.
Así, "las tormentas oceánicas se dirigen más hacia el norte y derivan en un clima más húmedo en Alaska, Escocia y Escandinavia; y condiciones más secas en áreas como California, España y el Medio Oriente", indicó el CPC.
Relación con los frentes fríos
La oscilación del ártico en su fase negativa tiene injerencia en el descenso de temperatura asociado a los frentes fríos, pues eleva la posibilidad de que se formen y desplacen este tipo de eventos "con mayor facilidad", de acuerdo con el portal especializado Clima Ya.
ROA