Pancho Villa, de revolucionario a santo

Locatarios ofrecen veladoras y oraciones para pedirle favores a Doroteo Arango. Los vendedores aseguran que “es un patrón poderoso” y que muchos se inspiran en él.

Estampita con oración a Francisco Villa.
Le rezan y piden milagros; cada imagen cuesta 10 pesos (der.)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila /

Posiblemente la figura histórica más querida en La Laguna es el general Francisco Villa. Doroteo Arango dejó honda huella en el alma lagunera y se ha convertido en una imagen identitaria de Coahuila.

Sin embargo, su trascendencia ha tomado un giro diferente desde hace ya varios años. Estampitas con su efigie, veladoras, perfumes y demás objetos se venden en el Mercado Juárez de Torreón.

Pero no solo eso. Su foto de bigotes y sonrisa picarona, díscola, se puede encontrar en prácticamente cada rincón de este centro de abasto, pues aseguran que "es un patrón poderoso".

En la estampita, que tiene un precio de 10 pesos, reza la oración al espíritu de Pancho Villa: "Querido hermano, tú que supiste vencer a tus más fieros enemigos, haz que triunfe en mis más difíciles empresas, me socorras en mi negocio y penalidades. A ti te invoco de todo corazón. Así pues te sirvas darme valor, tú que fuiste guía de los desamparados y sufridos, dadme tu pensamiento y tu osadía. Así sea".

Las vendedoras de hierbas aseguran que es muy poderoso para obtener protección. Pedir osadía no es algo para los otros santos, pero sí para Pancho Villa, "que si algo tenía era ese valor arrojado desde el fuego de su ser".

La veladora cuesta 27 pesos y el perfume, "que huele a hombre, a puro hombre de verdad", cuesta 20 pesos y "se aplica antes de salir para que a uno no le vaya a pasar nada", afirman las comerciantes.

Hay estatuas, que no son tan comunes, y su foto también está en los recuerdos que se venden en el mercado, así como en tazas, llaveros y playeras.

Oficialmente su figura sería difícil de canonizar o ser aceptada por la Iglesia católica o cualquier otra religión, pero el pueblo es el que decide a quien querer. Y en La Laguna así se le quiere, afirmaron las curanderas.

Es menester hablar de la dimensión de su imagen. Primero satanizado por ser un bandido y con voces que salen desde no hace mucho tiempo contra él y sus huestes por su violencia, el régimen y la historia oficial le brindaron la medalla de honor de héroe de la Patria, sin importar que ese mismo régimen lo mandara matar.

Pero lo inesperado pasó: Villa en su fascinante forma de ser, en todo lo que se dijo de él, en su conversión a una especie de Robin Hood socarrón y muy jijo, logró colarse más allá de la historia oficial y llegar al corazón de muchas personas que siguen viendo en él una inspiración para el valor y una ayuda desde el cielo, o el infierno, vaya a saberse, que llega con prender velas y leer estampitas laminadas.

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