El año y el origen del culpable no queda muy claro, pero a finales del siglo pasado, un mexicano destruyó parcialmente el emblema de La Paz, Baja California Sur: el Hongo de Balandra.
Según relatos de los lugareños, un hombre decidió subirse a la increíble formación rocosa (algo que no estaba permitido), formada naturalmente a través de los años por el vaivén de las olas y una erosión atípica, causando que se fracturara.
No existen registros en los medios digitales, tampoco, de su reestructuración, pero los guías y lugareños afirman que quedó a cargo de un extranjero, quien movilizó a los ciudadanos y a diversas organizaciones no gubernamentales para que se rehabilitara de manera artificial.
Actualmente, el Hongo de Balandra sigue figurando y siendo emblema de la ciudad, en el impresionante Mar de Cortés, en donde se puede encontrar, por ejemplo, la isla Espíritu Santo, considerada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Cuando se llega a La Paz, lo primero que se puede ver es un impresionante paisaje de tonalidades azul, verde y turquesa, algo que bien podría considerarse una alberca inmensa, por la tranquilidad y su casi nulo oleaje, a diferencia de otras costas.
De acuerdo con su historia oficial, fue Hernán Cortés quien la bautizó primero como la Bahía de la Santa Cruz. Sin embargo, fue Sebastián Vizcaíno quien finalmente le diera su nombre actual, La Paz, en 1596, curiosamente coincidiendo con el año de fundación de Monterrey.
En la actualidad, la ciudad ofrece muchísimas atracciones, tales como el Museo de la Ballena y Ciencias del Mar, el cual contribuye a la conservación e investigación de especies marinas endémicas de la península de Baja California.
Pero lo más atractivo de La Paz se encuentra, obviamente, en su mar. Abundan diversos recorridos, los cuales permiten observar diferentes islotes, islas (vírgenes en su totalidad), y formaciones rocosas, como el ya mencionado Hongo de Balandra.
La Paz es hogar de más de tres mil especies de flora y fauna marina, de las cuales, 38 son endémicas de la región, lo que quiere decir que son únicas en el mundo.
Durante los paseos por el archipiélago Espíritu Santo, es posible observar especies como el pájaro bobo de patas azules, un ave que solo habita en ese mar y en las Islas Galápagos.
Nadar con la considerada colonia de lobos marinos más grande de México, con más de 600 mamíferos, es otra de las experiencias que se pueden vivir en este lugar.
Muchos de estos animales descansan sobre las rocas mientras que otros nadan junto con los turistas. La principal recomendación de los guías es no invadir su espacio cerca de las rocas, pero por lo demás, los lobos marinos son más que amigables, sobre todo las crías.
El simple hecho de estar en un lugar tan paradisíaco, combinado con la situación que viven algunas especies como la vaquita marina y el pez totaba, los cuales se encuentran prácticamente en extinción, además de la destrucción del Hongo de Balandra, hacen que cualquiera se cuestione sobre la irresponsabilidad del ser humano y el cuidado de estas especies de animales.
La importancia de la virginidad de las playas es otra de las cosas que recalcan, ya sea los guías o la tripulación de las embarcaciones que te acompañan en el viaje.