Premio Perla Szuchmacher 2025 reconoce a Sara Pinedo por su obra 'Mala'

Durante la ceremonia, la autora subrayó el origen personal de la obra, su compromiso con las juventudes y la necesidad de crear teatro que cuestione el adultocentrismo.

Damaturga Sara Pinedo.| Verónica Rivera
Torreón, Coahuila /

El foyer del Teatro Isauro Martínez (TIM) fue el escenario para entregar el Premio Bellas Artes de Obra de Teatro para Niñas, Niños y Jóvenes Perla Szuchmacher 2025 a la dramaturga Sara Pinedo por su obra 'Mala'. 

El jurado integrado por Mónica Hoth, Michelle Guerra y Jennifer Moreno, decidió otorgar el reconocimiento al asegurar que la pieza “destaca por el tratamiento con perspectiva de género desde una mirada adolescente y por el trabajo con ritmo, el juego con el lenguaje y las posibilidades escénicas que propone”.

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A la ceremonia acudieron Luis Mario Moncada, coordinador nacional de Teatro del INBAL; Antonio Méndez Vigatá, director del Instituto Municipal de Cultura y Educación; Antonio Anaya Finck, presidente del Patronato del TIM, así como la directora del recinto, Ana Cecilia Cansino, quien dio la bienvenida a la autora y destacó que 'Mala' nació de la historia personal de Sara Pinedo, de la rabia ante las violencias de género y de su trabajo directo con las juventudes en la ciudad de Guanajuato.

Poco antes de recibir el reconocimiento, la autora se dijo honrada porque no se trata solo de un premio de dramaturgia, sino de uno dirigido a las niñeces y juventudes que lleva el nombre de Perla Szuchmacher, a quien ha conocido a través de su poderosa Micaela, y su dramaturgia desestabilizadora de realidades y hegemonías. 

“Me gusta pensar que comparto con ella, con Perla Szuchmacher, esa criticidad de la escena, además del gusto por la creación colectiva y el ser directurga y escribir más desde los escenarios que desde el escritorio”, refirió Sara Pinedo, quien destacó una contradicción, pero esa cualidad, la de no ser dramaturga con D mayúscula, era lo que le hacía pensar que el premio estaba lejos de ella. 

“Quiero contarles que en el 2020, hace cinco años, concursé por primera vez en esta convocatoria, con esta misma historia, pero con otro tratamiento, otro título. Por eso, que Mala sea seleccionada es también una invitación a confiar en los procesos creativos que se cocinan a fuego muy lento, que están abiertos al hallazgo, al error, y a que el tiempo-vida les siga transformando”.

La autora comentó que días atrás la bordadora feminista Sadra Estrada, recién doctorada en psicología social, compartió en sus redes sociales su diploma al mérito académico, y lo hacía desde el agradecimiento y dedicatoria a 'Sandra Niña'. Leer su estado sobre el no soltar desde la niñez, hasta las violencias académicas de la edad adulta le hizo pensar en el premio que hoy recibió en el Teatro Isauro Martínez, el cual encontró hermoso en su arquitectura. 

“Por un lado (pienso) en la necesidad de dedicarlo y agradecerlo también a Sarita, esa niña que no gracias a, sino a pesar de, llenaba libretas con poemas e historias para que sus Barbies las escenificaran. Por otro lado, la contradicción: que un espacio como el teatro, que nos permite testimoniar y politizar la verdad, sea también una extensión de las violencias del patriarcado. Por eso celebro aún más estar acá, recibiendo un premio que honra la vida y el teatro de una mujer, una mujer migrante, una mujer que reencontró el teatro buscando la supervivencia”.  

Sara Pinedo dijo a los asistentes a la ceremonia que vive y escribe desde Guanajuato, estado con alerta de género que ha ocupado el primer lugar en homicidios dolosos de menores desde el 2018, y donde el reclutamiento de juventudes es una realidad cruel. Una entidad donde es penado el aborto, niega los derechos reproductivos de la mujer y cuya laicidad se desdibuja cada vez más, lo que reivindica el poder al Estado y a la Iglesia sobre los cuerpos, principalmente femeninos, de todas las edades. 

Asimismo, dijo que escribe desde México, país que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico afirma que ocupa el primer lugar en abuso sexual infantil, con el 60 por ciento de los casos teniendo como escenario el hogar, y como victimarios a conocidos y familiares directos. País cuyas políticas públicas insisten en reservar al ámbito de lo doméstico a las niñeces y juventudes, responsabilizando de su bienestar únicamente a sus personas tutoras, principalmente a sus madres, reduciendo cada año el recurso destinado a la atención de niñas, niños y adolescentes. 

No obstante, refirió la corresponsabilidad social en el cuidado de las infancias y juventudes. Y en ese sentido afirmó que le gustaría que Mala fuera un recordatorio de que este sector poblacional no es cuidado y que a su vez se vuelven cuidadoras. 

“Para mí, para nuestro colectivo, hacer teatro para y desde las niñeces y juventudes poco a poco se ha convertido en una estrategia para aportar a una representación más digna, más genuina, más cercana a ellas y ellos, y en mayor medida desde sus propias experiencias, testimonios, referentes e imágenes poéticas. Este ha sido uno de los principales retos de Mala, al tener un germen tan personal: poner en duda la tinta adultocéntrica y destacar aquella que reconoce la autonomía y la agencia de las adolescencias”.






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  • Lilia Ovalle
  • Socióloga por la Universidad Autónoma de Coahuila. Periodista desde el año 1999.

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