Para este año, la llegada de sargazo al Caribe mexicano será masiva, pronostica la Universidad de Florida, Estados Unidos, y si la situación es similar a la de 2018, los daños al ecosistema y a la industria turística serán severos, advirtió la investigadora Brigitta Ine van Tussenbroek.
“No tenemos idea de la capacidad de resiliencia del entorno ante este evento, y ya ha recibido mucha materia orgánica sin precedentes; la biogeoquímica de los sistemas está cambiando por completo”, indicó la científica de la Unidad Académica Sistemas Arrecifales Puerto Morelos, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM.
Expuso que para mitigar este fenómeno se requiere de más esfuerzos: además de investigación, es necesaria una iniciativa integral que considere el conocimiento científico, el marco jurídico y una vinculación operativa con y entre las instancias de los diferentes niveles de gobierno para establecer las formas más eficientes de colectar el sargazo en mar abierto sin dañar al ecosistema.
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Sin embargo, remarcó en un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pese a la magnitud del problema que genera esta plaga natural, aún es subestimada, al negociar el financiamiento para estudiar su impacto y las formas de controlarla y aprovecharla.
Aclaró que los reportes mensuales de la Universidad de Florida, basados en masas flotantes en océano abierto, son a gran escala, por lo que sólo indican la probabilidad de que llegará a las playas, sin especificar a dónde: Chetumal, Tulum o Cancún; para obtener esa predicción se requiere un monitoreo más detallado y modelaje, que no se han implementado.
El sargazo es un tipo de macroalgas marinas pardas o cafés que flotan y crecen en el océano, y se acumulan por montones en las playas del Caribe, afectan a ese ecosistema y sus especies, provocan mal olor y estragos al paisaje de una de las zonas más bellas del país.
Además aumenta con la creciente contaminación del Caribe; incrementa hasta en 100 veces los daños causados por el aporte de contaminantes resultado de la actividad humana en las costas caribeñas en donde hay asentamientos irregulares y tratamientos inadecuados de aguas negras y grises.
Hay una conciencia general sobre sus efectos, pero hasta la fecha las medidas para su control son una especie de ‘curita’ y no un remedio, advirtió.
Para resolver este problema son necesarios más recursos y esfuerzos, pues la solución no es sencilla. “En Quintana Roo el sector turístico está sumamente preocupado y participa activamente, al menos en la mitigación, pero se debe llegar a otro nivel, ir más allá de la acción local”.
Agregó que su sugerencia es “establecer un organismo coordinador, estatal o nacional, dedicado especialmente a la mitigación efectiva”.
jos