Cosplay, el pasaporte a otro mundo

Por casi una década, Alejandra Soto ha asumido el riesgo de ser detective, superheroína y cazarrecompensas espacial, según lo amerite la ocasión.

Alejandra mantiene al día la página de Instagram de Pinku, su alter ego cosplayer, en espera de regresar a los escenarios. (Cortesía)
Roberto Carson
Torreón, Coahuila /

Alejandra Soto trabaja desde casa como diseñadora gráfica para varias empresas, pero también por casi una década ha asumido el riesgo de ser detective, superheroína y cazarrecompensas espacial, según lo amerite la ocasión, ya que gracias a su pasión por el cosplay puede llegar a vivir la vida que desee, y así lo ha hecho posible desde que tenía 18 años.

Emprender una carrera como “cosplayer” no se limita a conocer a detalle la cultura del anime y el manga, también requiere tener aptitudes de ingeniería, costura y diseño, habilidades que Alejandra o “Pinku” adoptó desde que comenzó a asistir a las convenciones de cómics en Torreón, cuando tenía 18 años.

Desde que comenzó la pandemia del coronavirus, Alejandra, quien ha ganado dos concursos nacionales de cosplay y representado a México en Brasil, mantiene al día la página de Instagram de Pinku, su alter ego cosplayer, en espera de regresar a los escenarios del País y Latinoamérica.

¿Qué es el cosplay?

El término cosplay se conforma de la construcción de dos palabras en inglés costume (disfraz) y play (jugar), sin embargo, su práctica no es sólo un juego, ya que involucra una serie de encarnaciones que transforman el individualismo del ser humano y lo encaminan a ser habitante de una geografía ficticia con pasaporte universal.

El dedicarse al cosplay, tanto como espectador como participante, implica una obligada sumersión al imaginario nacido en Japón en la década de 1970, que se esparció por Estados Unidos en 1980 y en América Latina durante 1990.

A diferencia de las tradicionales subculturas como el punk, rastafari, cholo, gótico o chaka, entre otras, no se germinó sobre la banqueta, sino sobre las manos y frente al televisor, encontrando sus axiomas más fuertes gracias al alcance económico de la globalización y por supuesto, del Internet del nuevo milenio.


Dentro del mundo del cosplay existen tres tipos de personas, explica Alejandra, “está el cosplayer, quien se viste del personaje, el cosmaker, que diseña y vende los trajes y el propmaker, el que fabrica los accesorios como espadas, cinturones o cascos”. Pero en ocasiones, la destreza de una sola persona puede conjugar las tres habilidades y, aun así, convertirse en ganador.

México potencia cosplay

“México es potencia en cosplay”, comentó, “lo que tienen los mexicanos que le ayudan en los concursos es el performance, somos muy buenos en la actuación y es algo que no tienen los estadounidenses, que en cambio se identifican por tener a su mano todos los materiales para hacer un buen traje o de los asiáticos que llevan su conocimiento en artes marciales a sus presentaciones”. 

Sus nueve años de carrera en el mundo cosplay le han dejado un cuarto lleno de trajes y en tono de broma, también los cheques grandes que entregan simbólicamente en las premiaciones, montos que reinvierte en la producción del siguiente disfraz.


José Jiménez Ortiz, sociólogo y artista visual, habla del cosplay como una transformación milenaria del individualismo, “desde que el hombre se colocaba la máscara del caballero águila ya jugaba a ser alguien más. Es lo mismo que cuando dos niños juegan a los policías y ladrones, los dos están en su personaje hasta que su mamá los llama a cenar. El cosplayer elige qué personaje será y hasta cuándo lo interpretará”.

El comienzo de Alejandra dentro del cosplay fue resultado de sus visitas a la Carnage, la convención que anteriormente se realizaba en Torreón, pero hoy ya no queda ninguna de ese tamaño. El ritual entorno a este arte duraba al menos un fin de semana y en la mayoría de estas actividades el plato fuerte siempre era el concurso de cosplay.

“No quiero pensar en cuanto he gastado en cosplay, pero es algo que vuelvo a invertir en mí misma, al principio sólo tenía una máquina de coser y ahora tengo una impresora 3D para hacer algunos accesorios”.

Ahora, inmersa en su página de Instagram /pinku.cosplay, en cada post Alejandra acorta la distancia con sus fans y el cosplay, dando un recorrido de sus mejores confecciones y en espera de volver a salvar el mundo sobre el escenario.

​CALE​

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