La fiesta de Día de Muertos es una tradición prehispánica combinada con la religión católica que se celebra en México año con año durante el 1 y 2 de noviembre, llena de simbolismos, leyendas y relatos, forman un mosaico único en el mundo.
Esta tradición, es representativa de nuestro país a nivel mundial por su dualidad de alegría y tristeza, se celebra la muerte con vida, con cantos, con comida, con dulces y papel picado, se mezclan las culturas y se le hace un homenaje a los difuntos.
La celebración del Día de Muertos, como se le conoce popularmente, forma parte de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco.
Además dado el carácter pluricultural y pluriétnico del país, ha generado expresiones populares diversas, transmitidas de generación en generación y a las que, con el paso del tiempo, se han añadido diferentes significados de acuerdo con el pueblo, comunidad o grupo que las lleve a cabo, ya sea en el campo o en la ciudad.
¿Qué se conmemora el 1 y 2 de noviembre?
Según la Unesco y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el Día de Muertos se lleva a cabo a finales de octubre e inicios de noviembre, sin embargo; se asocia principalmente al 1 y 2 de noviembre.
Se realiza del 31 de octubre al 2 de noviembre, y se tiene la creencia de que las ánimas de los difuntos regresan esas noches para disfrutar los platillos y flores que sus familiares les ofrecen; llegan en forma ordenada.
La ofrenda con veladoras, comida y adornos se alista desde el 28 de octubre para los fallecidos de manera trágica, por violencia o accidentes, el 30 y 31 son días dedicados a los niños que murieron sin haber sido bautizados (limbitos).
El calendario católico designó el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos, y corresponde a los niños o "muertos chiquitos".
Mientras que el día 2, es el llamado Día de los Muertos, celebración que comienza desde la madrugada con el tañido de las campanas de las iglesias y la práctica de ciertos ritos, como adornar las tumbas y hacer altares sobre las lápidas, que ayudan a conducir a las ánimas y a transitar por un buen camino tras la muerte.
A los que tuvieron la mala fortuna de morir un mes antes de la celebración no se les pone ofrenda, pues se considera que no tuvieron tiempo de pedir permiso para acudir por lo que solamente sirven como ayudantes de otras ánimas.
AS