Regio de nacimiento y lagunero por adopción, además de amante del futbol, ya que se consideraba santista de corazón, así era José Guadalupe Galván, de 81 años de edad, obispo emérito de Torreón, quien en 2016 había presentado su renuncia al Papa Francisco.
Nació en el año de 1941 en Cadereyta Jiménez, Nuevo León. A los 13 años de edad ingresó al seminario y a los 24 años fue ordenado sacerdote en 1965, llevaba 28 años como obispo de Torreón y 57 como sacerdote. Desde pequeño descubrió la vocación religiosa al ser monaguillo.
Fanático del basquetbol a su llegada a Torreón se dio cuenta que la pasión por el balompié y sobre todo del Santos Laguna, el obispo emérito se unió a la pasión por los colores blanco y verde y se 'puso la camiseta' de los guerreros.
El día que el obispo de Torreón le entregó la playera de Santos al Papa
En diciembre de 2014, José Guadalupe Galván se enteró que el Papa Francisco, argentino de nacimiento, era aficionado al futbol, siendo seguidor de San Lorenzo.
Quiso hacer algo diferente y en lugar de entregarle una medalla conmemorativa o algún objeto religioso, decidió regalarle la playera de los guerreros de Santos Laguna.
Lo primordial en su vida, amor a Dios y al prójimo
Un ser humano culto, inteligente, reservado y muy agradecido, así es como Erika del Pilar Núñez Vázquez, asistente personal del Obispo Emérito José Guadalupe Galván Galindo, describió a Monseñor, quien fue llamado a la presencia de Dios la noche de este 16 de julio.
Recientemente, el 29 de junio acababa de cumplir su 57 aniversario sacerdotal, donde festejó con una misa celebrada en San Pedro Apóstol a las 8:00 de la mañana. El próximo 10 de agosto iba a cumplir su 28 aniversario Episcopal, mientras que el 21 del mismo mes, festejaría su cumpleaños número 81.
"Ya tenía preparado su festejo, le gustaba mucho la fiesta, la alegría, si había un desayuno, encargaba que se colocaran globos en la casa, le gustaba la buena comida, atender de manera especial a sus invitados, que no les faltara nada, era excelente anfitrión, quería mucho a los periodistas, cuando estaba vigente como Obispo de Torreón, en diciembre les organizaba posadas y les ofrecía un desayuno, porque siempre le dio mucha importancia a su trabajo", detalló Erika.
Don Lupito, como cariñosamente lo nombraba el pueblo lagunero, era muy entregado a su sacramento y disfrutaba asistir a las misas en los ejidos y a las procesiones, ya que le apasionaban las tradiciones de cada comunidad y más, la cercanía con la gente.
"Era muy querido por los laguneros, porque cuando el Papa Francisco le aceptó su renuncia a los 75 años de edad, le dio la oportunidad de elegir dónde quería vivir, y él decidió vivir en Torreón, porque él se sentía lagunero, de hecho le gustaba mucho la canción de 'La Filomena', la disfrutaba siempre, y si había un evento donde hubiera música, no dudaba en solicitarla", explicó Núñez Vázquez.
En sus ratos de descanso, el Obispo no se perdía los noticieros por las mañanas y tardes, y gran parte del día se la pasaba en su despacho, donde se deleitaba con música instrumental.
"Siempre tenía todo en orden, si organizaba una reunión o una fiesta, checaba cada detalle, era dueño de una excelente memoria".
Enamorado eternamente de sus mascotas
El lado más humano de Monseñor Galván Galindo, era el amor que siempre mostró por sus animalitos, ya que tenía dos perritos, 'Whisky' y 'Milagro', así como dos cotorros, 'El Negro' y 'Beto' y una tortuga de nombre 'Panchito'.
Relató Erika que cuando salía de Torreón, el Obispo Emérito se disponía a visitar Ciudad Valles, SLP, ya que es a donde lo enviaron cuando fue nombrado Obispo por el Papa San Juan Pablo II.
"Allá lo trataron muy bonito, y cuando fue su 25 aniversario Episcopal, lo celebraron aquí en Torreón en Centro Saulo y también en la Huasteca Potosina".
Sin duda alguna, Monterrey, Nuevo León también significó mucho para Galván Galindo, porque fue en esa ciudad donde se ordenó como sacerdote y le tocó participar en la organización cuando el Papa San Juan Pablo II visitó la ciudad.
A Don Guadalupe le encantaban las convivencias, y su sencillez era muy notoria, igual aceptaba ir a comer a un ejido de La Laguna, que con familias de buena posición económica.
"El iba a todos lados, siempre muy sencillo y humilde, siempre cercano a los sacerdotes, les tomaba su parecer, le gustaban las reuniones con ellos, con la gente, con sus amigos, era muy calladito pero también bromeaba, su lado humano era bromista y carrillento", agregó Erika.
Tanto amó a la Iglesia, que la Virgen del Carmen se lo llevó de su mano a la presencia de su amado hijo, siempre le tuvo mucha fe al Sagrado Corazón, pero también a la Virgen de Guadalupe y al Señor San José.
Eran tres hermanos en total, el más grande, Don Guadalupe, luego Don Abel y el más chico Don Juan, éste último falleció hace cinco años y físicamente era el más parecido al Obispo.
"Don Juan siempre, siempre, venía a acompañarlo a sus fiestas de cumpleaños y en diciembre iba con él a las mañanitas de la Virgen de Guadalupe aquí en Torreón, ya sólo quedó Don Abel".
Aunque Monseñor Galván en el ámbito futbolero era Tigre por ser regiomontano, también se consideraba Santista de hueso colorado.
"Cuando el padre Víctor Gómez, estaba en el TSM, convivía mucho con él, y se lo llevaba a los juegos del Santos, amaba mucho a La Laguna, por eso se quedó aquí".
Sin duda alguna Monseñor se quedará por siempre en el corazón de los laguneros, quienes le abrieron sus brazos para adoptarlo y le brindaron esta ciudad que se convirtió en su hogar, ya que siempre se preocupó por ofrecer emotivos mensajes al pueblo, donde lo primordial en su vida siempre fue el amor a Dios y al prójimo, hasta siempre Don José Guadalupe Galván Galindo, QEPD.
EGO/aarp