Con el plan del Gobierno de Ciudad de México para rehabilitar el Zócalo, resurgió uno de los grandes misterios de la historia nacional: la piedra pintada, un monolito supuestamente enterrado en el primer cuadro de la capital.
Aunque improbable para los expertos, las excavaciones de 50 centímetros de profundidad que se realizan en el Zócalo, abren la posibilidad de encontrar la piedra que registró entre 1841 y 1842 el entonces director del Museo Nacional, Isidro Rafael Gondra.
Según describió Gondra, el monolito mide 2.7 metros por 90 centímetros y se cree que fue una piedra gladiatoria, que por estar bajo tierra conservó sus colores, amarillo, verde, carmín y negro, que pintan el relieve de dos guerreros en combate.
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Las interpretaciones que han llegado hasta nuestros tiempos, ubican a la piedra en la zona suroriente de la catedral, es decir, entre el templo y la puerta Mariana de Palacio Nacional.
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“No sería una fantasía poder encontrar un monolito que, sin embargo, bien a bien no se sabe de qué se trata. Hay relatos que pueden pensarse como verídicos, pero un relato también más puntual de este monolito, tendería a creerse que fue un mito creado”, consideró Pedro Sánchez Nava, coordinador de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
La historia cuenta que Isidro Gondra vio la piedra enterrada cuando se hacían obras en el Zócalo; sin embargo, en ese entonces, según el mismo funcionario, el gobierno se negó a aportar recursos para extraerla.
Al quedarse enterrada, Gondra decidió hacer dibujos del monolito que luego reprodujo el diplomático estadunidense y aficionado a la cultura prehispánica Brantz Mayer.
Por sus dimensiones y características, se interpretó que era una piedra gladiatoria, es decir, donde se ataba a los guerreros capturados para que en una lucha desigual se enfrentaran a guerreros mexicas, como una forma de sacrificio en honor a la deidad Xipe Totec.
Sin embargo, los dibujos revelan inconsistencias que, según Sánchez Nava, pueden demostrar que la piedra pintada es solo un mito. El menor de ellos es que los dibujos no muestran la parte central de la piedra donde se asume que se amarraron a los cautivos.
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Pero lo más grave es que el dibujo que Gondra confió a Mayer es una escena del Códice Aubin, que ni siquiera es de origen mexica, sino mixteco. Pero además, en otras reproducciones, la piedra ya no se dibuja circular, sino rectangular, y contiene cinco escenas también del mismo códice.
“Todo esto evidentemente nos lleva a pensar que o fue una creación de Isidro Gondra, o lo que vio no lo recordaba bien y pensó que recreando estas escenas del códice podría hacerlas semejantes a esta piedra gladiatoria”, explicó el arqueólogo.
(A inicios de los 90, el experto en el Templo Mayor, Eduardo Matos, publicó un informe detallado sobre el mito de la Piedra Pintada en la revista 'Arqueología Hoy'. Foto: Especial Efraín Castro)
>> Piedras gemelas
A pesar de lo remoto de la historia, el director nacional de Arqueología explicó que encontrar la piedra pintada servirá para seguir armando el rompecabezas de la historia mexica, pues en la misma zona se han hallado vestigios emblemáticos de la época prehispánica.
Entre los más conocidos están la escultura de Coatlicue, que era la diosa madre de la fertilidad y patrona de la vida y la muerte, así como la piedra del Sol, que mide 3.60 metros de diámetro y pesa más de 24 toneladas, que se realizó en honor al dios solar Tonatiuh.
Pero además, Sánchez Nava comentó que en esta misma zona del centro de Ciudad de México se encontraron otros dos monolitos que serían gemelas de la piedra pintada. Se trata de las de Tizoc y Moctezuma, esta última hallada precisamente por Sánchez Nava en 1987.
La piedra de Tizoc se halló en 1791 y es una gran escultura circular con grabados en el canto, mientras que la de Moctezuma se localizó en lo que actualmente es el Antiguo Palacio del Arzobispado, debajo de la fuente del segundo patio.
Ambas son piedras recipientes, donde se colocaba el cuerpo, parte del cuerpo o el corazón de las personas sacrificadas en la piedra gladiatoria. En ambos casos, tienen una oquedad en el centro.
Además, tienen la típica representación de los rayos solares conformando una serie de círculos concéntricos, con los mismos rayos hacia los puntos cardinales.
“Lo que sí hay en estas dos piedras, en el canto son distintas escenas, cuadros digamos, que representan batallas entre dos guerreros, convertidos en deidades.
“En las dos piedras la deidad que triunfa es Tezcatlipoca, está tomando por la parte alta de la cabeza del cabello a la deidad derrotada, la está sometiendo, que era una forma de representar el triunfo sobre la deidad”, agregó al explicar que esos cuadros representan las conquistas de los tlatoanis.
El arqueólogo recordó que la piedra del arzobispado estaba en su lugar original cuando fue encontrada, y no tenía colores, sino un tono rojo muy intenso.
El hallazgo más reciente fue el 2 de octubre de 2006, cuando se encontró la escultura de Tlaltecuhtli, que representa a la diosa de la tierra, por parte de miembros del Programa de Arqueología Urbana. El cuerpo de esa diosa estaba pintado de amarillo cuando se limpió la tierra de la escultura.
>> Las obras
[OBJECT]El Gobierno de Ciudad de México anunció el martes pasado que invertirá 150 millones de pesos para cambiar el piso del Zócalo por concreto hidráulico, material que estiman tendrá una vida útil de 50 años.
El secretario de Obras y Servicios, Édgar Tungüí, explicó que se removerá la superficie de la plancha hasta aproximadamente 50 centímetros de profundidad durante los siguientes seis meses, y se prevé concluir antes de las fiestas patrias.
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“El acompañamiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia ha sido fundamental para realizar estas obras. Estamos trabajando en coordinación para preservar el patrimonio histórico y cultural.
“Las calas nos permitieron descartar la presencia de restos arqueológicos a una profundidad de 50 centímetros; las cinco calas se realizaron con el acompañamiento de personal especializado del INAH”, explicó Tungüí a MILENIO.
El gobierno realizó cinco excavaciones que permiten explorar el subsuelo en búsqueda de infraestructura, y tienen el objetivo de evitar algún deterioro del patrimonio histórico ubicado en la principal plaza pública del país.
El personal del INAH denomina esta actividad como arqueología de protección.
Con esta intervención, la plancha del Zócalo, que actualmente tiene 20 mil 700 metros cuadrados, crecerá 10 por ciento; es decir, ganará 3.5 metros por cada uno de los lados y quedará una superficie de 22 mil 700 metros.
Además, se implementarán ocho cruces seguros: 16 de Septiembre, 5 de Febrero, avenida 20 de Noviembre, José María Pino Suárez, Palacio Nacional, Moneda, Catedral Metropolitana y Francisco I. Madero.
Como las intervenciones son de más de 30 centímetros de profundidad, el INAH determinó hacer una guardia permanente de dos arqueólogos por turno para asegurarse que no se dañe el patrimonio, y estar a la expectativa de cualquier posible hallazgo.
“Repito, en Ciudad de México y en la arqueología no hay nada escrito, cuando ya pensemos que agotamos el depósito, no sabemos que 20 centímetros para acá ahí está el hallazgo”, enfatizó el arqueólogo.
Las obras se realizarán durante las 24 horas del día y en ningún momento se restringirá el paso vehicular ni el paso peatonal por la plancha.
La rehabilitación del Zócalo se da a 30 años de que el Centro Histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y 60 años después de la última vez que esa plaza pública fue restaurada.
“No sería ocioso nuevamente, ahora hay georradares con una precisión mayor que los que se usaron hace varios años. De hecho hay interés de algunos investigadores de hacer este tipo de trabajos, entonces nuestra obligación es buscar proteger, investigar y, en su caso, dar a conocer los vestigios”, señaló el funcionario.
>> Oportunidad única
El experto en historia Efraín Castro aseguró que las obras para el nuevo Zócalo son una oportunidad inigualable para buscar la famosa piedra de la que tampoco se atreve a asegurar su existencia.
Aunque explica que la piedra sería imaginaria, comentó que con los trabajos se puede hacer un recorrido con tecnología de punta para descartar definitivamente su existencia. Dijo que si no está el monolito descrito por Gondra, pueden encontrarse estructuras de antiguos edificios o incluso esqueletos.
“No se ha hecho nunca un estudio profundo del Zócalo capitalino. Es necesario conocer qué edificaciones prehispánicas hay debajo, es un tesoro escondido que se ha dejado a lo largo de los años. Solo debajo de catedral hay vestigios que son todavía desconocidos y que tal vez nunca puedan ser
revelados”, mencionó el experto.
Sin embargo, sus comentarios no son optimistas, pues cuando se realizaron las excavaciones para hacer la Línea 2 del Metro no se encontró la piedra pintada, a pesar de que las obras pasaron por el lugar donde supuestamente se ubica.
Para reforzar sus dichos, Castro señala que el método constructivo del Metro en ese entonces era armando los cajones a cielo abierto, lo que hubiera dejado al descubierto el monolito rápidamente.
En coincidencia con Sánchez Nava, el experto explicó que se cree que la piedra puede estar cerca de la cruz de mañozca de la catedral metropolitana, figura que se trajo del pueblo de Tepeapulco por un líder religioso.
“Pero repito: justo ahí se excavó para hacer el Metro, donde está la obra, el trazo de la Línea 2, y no se encontraron vestigios; en algunas zonas aledañas sí.
“Incluso el Sistema de Transporte Colectivo tiene funcionarios que se encargan de los temas históricos, pero de la piedra nada, no se puede asegurar nada, yo soy escéptico”, abundó.
En un artículo publicado por Eduardo Matos Moctezuma, arqueólogo experto en el Templo Mayor, concluyó que las contradicciones en la historia de la piedra revelan que se trata de una invención y que los dibujos que realizó y su similitud con el códice de Aubin no son creíbles.
Además, señala que la cruz de mañozca no es un referente confiable, pues no ha permanecido en el mismo sitio a lo largo de la historia.
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